CALEIDOSCOPIO

El ruedo ibérico

Sabíamos que el fútbol y la política eran vasos comunicantes, pero muchos creíamos que solo lo eran superficialmente y que la realidad no tenía mucho que ver con lo que parecía

El rey emérito este martes en Londres, a donde acudió a ver un partido del Real Madrid en la Liga de Campeones.

El rey emérito este martes en Londres, a donde acudió a ver un partido del Real Madrid en la Liga de Campeones.

Julio Llamazares

Cuando uno creía que ya lo había visto todo, llega el Real Madrid y dice que el equipo de Franco era el Barcelona. Que Bernabéu tomara café una tarde por semana con el dictador parece no contar, como para los directivos actuales del Barcelona tampoco parece importar mucho que durante años pagaran comisiones millonarias a un ex árbitro, seguramente para ayudarle a llegar a fin de mes. Parece que los dos grandes clubes del fútbol español se aplican el uno al otro el dicho que en mi tierra se utilizaba en un tiempo para contradecir al que te acusa de lo que él hace: “¡Y no me llamó puta la Taconines!”

Para aclarar las cosas (y poner paz,), al día siguiente apareció el rey Juan Carlos y se presentó en el estadio de Londres en el que el Real Madrid se enfrentaba a un equipo inglés en la Champions, por si los de Florentino Pérez precisaban de su real apoyo. Menos mal que en el Madrid la mitad de los jugadores son brasileños, porque, si no, desde Barcelona ya habrían acusado al club blanco de ser el equipo de España cuando está claro que es el que entrena Xavi Hernández pese a que hable catalán en la intimidad y en las ruedas de prensa. Que el Gobierno de la Generalitat le exija al Real Madrid que retire el video en el que acusa al Barcelona de franquista no debe entenderse más que como una reacción interesada para aumentar los adeptos a la causa independentista, que es lo que el Real Madrid pretendía evitar a toda costa con su grabación como se puede advertir. Qué pena que ya no viva Gila para que dijera aquello de que el que no sepa aceptar una broma que se vaya de España.

Sabíamos que el fútbol y la política eran vasos comunicantes, pero muchos creíamos que solo lo eran superficialmente y que la realidad no tenía mucho que ver con lo que parecía. Pero ha bastado una chispa de corrupción (el que esté libre de culpa que tire la primera piedra, dice el Evangelio) para que se haya incendiado no sólo el fútbol nacional sino la propia política y esto en vísperas de unas elecciones es material combustible de primer orden, da igual las consecuencias que provoque. En un país hooliganizado en todos los órdenes de la vida la batalla desatada a raíz del descubrimiento de los pagos secretos del Barcelona a un alto cargo de los árbitros, primero, y de la respuesta de su principal rival a las “justificaciones” de su presidente, después, trasciende el mundo del fútbol y contamina la convivencia de una sociedad ya lo bastante fragmentada y enfrentada como para andar echándole gasolina al fuego.

Que alguien haya resucitado a Franco en esa batalla por la opinión indica la irresponsabilidad de quienes nos dirigen, comenzando por el propio rey emérito"

Que alguien haya resucitado a Franco en esa batalla por la opinión indica la irresponsabilidad de quienes nos dirigen, comenzando por el propio rey emérito, que, en mitad de la refriega, se presenta en un partido como si fuera un aficionado más de un equipo, que lo es, todos lo sabemos, pero debería disimularlo un poco. Aunque, teniendo en cuenta que luego irá a Galicia, según parece, a navegar en un barco llamado Bribón, poco podemos esperar de sus cortas luces y menos de su patriotismo, ese del que tanto presume la aristocracia española.

El Real Madrid, como parte de ella, tampoco ha estado muy fino desempolvando una época en la que el club de la capital de España paseó su nombre por Europa no sólo como un club de fútbol triunfador sino como un estandarte de un Régimen dictatorial cuya vergüenza ahora pretende arrojar sobre el club rival como la Taconines hacía con las que la criticaban.