LA SEÑAL

Suavemente, pendiente abajo

El rey Juan Carlos, este viernes, en el puerto deportivo de Sanxenxo (Pontevedra).

El rey Juan Carlos, este viernes, en el puerto deportivo de Sanxenxo (Pontevedra). / EP

Vicente Almenara

Vicente Almenara

No podía ser de otra forma. Muere Fernando Sánchez Dragó y los buitres vuelan en círculo sobre su memoria, pero se trata de un grande, armado de su Gárgoris y Habidis, de una cultura impresionante, también sus provocaciones que, como terremotos culturales, afectaban este secarral hasta sus raíces. Hizo el viaje, nada menos, que de comunista a demócrata, y eso tampoco se perdona. Antes y después, aquí seguimos con nuestros juegos de pillos iniciada ya la cuenta atrás de las elecciones.

Pero, vamos a ver, ¿por qué no puede venir el Emérito a España cuando le dé la real gana?, ¿y por qué se le pide una discreción que no se le reclama a tantos otros? Es una forma de condena sin sentencia judicial y amparada en el nadie sabe el por qué, una vileza, otra más. Y es que los apparatchik hacen su trabajo y en esta tierra, en la que tenemos todos la piel muy fina, levantamos la voz por lo que les interesa a los importantes, no a nosotros mismos. Fíjense que ya hasta el Tribunal Constitucional, dividido, avala que no se traduzca al castellano un auto en catalán. Por eso, hay que leer ‘Ya nadie dice la verdad’, de Zabala de la Serna y José Aymá. Los toros, un espejo en el que podemos vernos. Por ejemplo, la Roldana. Me susurran que tiene grandes parecidos con el aloe vera, ¿y eso?, muy sencillo, porque con el tiempo se le van conociendo más propiedades. Este pueblo es genial, aunque algunas veces la empata, hay que reconocerlo. Otro ejemplo, La Rápida, lotería clandestina de larga historia local, que la desmantelan y vuelve por sus fueros para desesperación de Hacienda y la ONCE.

Y, de vez en cuando, nos llega una noticia que se las trae. ¿Cuántos años hace de la desaparición de la niña Enmanuela Orlandi en Ciudad del Vaticano? Pues cuarenta años, y treinta y seis del caso del niño pintor en Málaga, David Guerrero. Pero que no cunda el pánico, porque Francisco se va a implicar en el caso de la chiquilla. Y otro misterio. Imán El Akel, número catorce en la lista socialista de José Bernal en Marbella, una colaboradora, que no afiliada, aseguran sus próximos, de la Agrupación Nacional de Independientes (RNI en sus siglas en francés), el partido que gobierna Marruecos. Un gancho para los marroquíes nacionalizados. Otro más, quiero decir.

En Al Yamal, en el Soho, lo comentamos tras la magnífica conferencia de José Manuel Cabra de Luna en la Malagueta sobre Brenan y la mística de San Juan de la Cruz. El cuscús de cordero -el establecimiento es halal- muy rico, enfrente, unas jóvenes esperan la caída del sol para atacar su plato en Ramadán.

Pero lo que no tiene precio es la foto de las dos guardianas del castillo de Transilvania tras el volteo y caída de la ley Sisí. Tantos desvelos para esto. Los votos que más duelen son los tuyos, dicen que le dijo una vez una a un ministro. Pero no están solas. Ahora resulta que la Inteligencia Artificial también miente, vamos, que le va a quitar trabajo a los oficiales de las fake. Ese es el peligro que han visto desde la red globalista, y están muy preocupados, y algunos hasta piden una moratoria de seis meses para diseñar una contraofensiva y… los mismos que crearon el monstruo ahora dan la voz de alarma y pasan de malos a buenos en un santiamén trans.

En fin, que las cosas están como para salir de la ciudad a tiempo. Recuerda Fernando del Pino-Calvo Sotelo, citando a Dickens, que España rueda con extraordinaria suavidad pendiente abajo. Así que ya están avisados.

Pero todo esto nada tiene que ver con la explosión, minutos después de despegar, de la nave Starship, de Elon Musk, en Tejas. Solo es un percance, este chico, tan detestado como Putin o Trump, lo conseguirá, es solo cuestión de tiempo que vayamos por el universo en una nave buscando nuevos mundos que habitar, porque este, desde luego, con algunas gentes resulta ya insostenible. Borges escribió el bellísimo poema Everness:

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.

Dios, que salva el metal, salva la escoria

y cifra en su profética memoria

las lunas que serán y las que han sido.

 Ya todo está. Los miles de reflejos

que entre los dos crepúsculos del día

tu rostro fue dejando en los espejos

y los que irá dejando todavía.

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