REDES

ChatGPT, más allá de los copiones

Imagen del logo de ChatGPT.

Imagen del logo de ChatGPT. / EP

Enrique Benítez

Enrique Benítez

Un profesor de un máster universitario me comenta que ha encargado un trabajo a sus estudiantes y que está seguro de que un 90% de ellos ha copiado literalmente las respuestas de ChatGPT, la herramienta tecnológica de la que casi todo el mundo habla en las redes. Siendo ésta la más evidente preocupación de una parte del profesorado, puede ser de interés analizar cómo enfocar la cuestión.

Al margen de posibles prohibiciones que no son realistas (lo que ha hecho Italia es pedir a OpenAI que cumpla antes del 30 de abril con algunos requisitos legales para seguir operando), quizás el primer paso podría consistir en una reflexión colectiva sobre las normas de uso de esta herramienta. Los estudiantes saben que no pueden copiar del compañero, y que no deben llevar chuletas o dispositivos que permitan una ayuda exterior. Pero ¿existen normas sobre el uso de las nuevas tecnologías? ¿Quién no fue en algún momento a una biblioteca a fusilar la entrada de una enciclopedia para rellenar un trabajo de clase?

El verdadero problema es que ChatGPT no es una enciclopedia, ni una fuente objetiva de información. Tal y como ha señalado el programador Simon Willison en las últimas entradas de su entretenido blog, lo que tenemos que transmitir a la sociedad es que esta herramienta miente, y no abrir un debate sobre lingüística o el terrorífico poder de las máquinas, que se aleja del problema real. Otro ejemplo en este sentido lo ha propuesto en las redes Antonio Diéguez, catedrático de lógica y filosofía de la ciencia, alertando del riesgo que supone equiparar el uso de esta herramienta al uso de una calculadora. Porque, por supuesto, no es lo mismo.

En España podríamos mirar a nuestro alrededor y descubrir iniciativas de gran interés. Una de ellas es la Política de Uso de la Inteligencia Artificial que ha propuesto el profesor colombiano Juan David Gutiérrez en la Universidad del Rosario. Es un documento de 4 páginas que incluye la justificación del mismo, los objetivos, las reglas de uso de la inteligencia artificial dentro y fuera de clase, y por qué es necesario el uso informado, transparente, ético y responsable de la IA en su asignatura. Un documento, por cierto, abierto al cambio, y que ya va por su versión 4.1.2.

Las universidades estadounidenses también han elaborado documentos similares. Juan David Gutiérrez menciona el necesario acompañamiento del profesor. Una iniciativa útil que marca el terreno de juego. Sin normas no hay paraíso.