EL OJO CRÍTICO

Un país mucho mejor

Fernando Ull Barbat

Fernando Ull Barbat

Con la salida de los restos de José Antonio Primo de Rivera del Valle de Cuelgamuros, España da un paso más en la recuperación definitiva de la normalidad democrática e histórica tras el golpe de Estado de 1936 y la posterior dictadura de cuarenta años. José Antonio, fundador del partido fascista español Falange Española a imitación del partido fascista de Mussolini y de las SS del régimen nazi, fue uno de los máximos protagonistas en la creación de un clima social crispado durante los últimos meses de la Segunda República, un agitador vociferante de masas a base de discursos ultranacionalistas, xenófobos y machistas que hoy reconocemos en los discursos de los dirigentes del partido de ultraderecha Vox. Fue José Antonio una persona violenta, con ataques de ira que alternaba con modales exquisitos (consecuencia de algún tipo de trastorno mental imagino) que quiso dar a la que había sido la dictadura de su padre una base ideológica para una mejor futura dictadura que terminara de una vez con todas con el sindicalismo y y las ideas de izquierda. Al precio que fuera.

El franquismo utilizó su cadáver de forma miserable, llevándolo de un sitio a otro durante la dictadura, como un medio de perpetuar el estado de guerra civil, de victoria y de castigo a los vencidos. Especial papel dentro del falangismo tuvo la hermana de Primo, Pilar Primo de Rivera, una especie de monja soldado que dirigió e implantó en España con el beneplácito del franquismo la llamada Sección Femenina que se incluía dentro de Falange Española cuyo objetivo fue la implantación en España del ideario nazi de la mujer, es decir, sometimiento al hombre, función reproductora y un modelo de feminidad de abnegación al hombre. Consecuencia de este ideario fue la implantación en España del servicio social de la mujer, otra bazofia más del franquismo que consistía en una suerte de mili para mujeres solteras entre 17 y 35 años imprescindible para poder obtener el pasaporte, el carné de conducir, tener trabajo remunerado o un título académico. Que miles de mujeres colaborasen con este engendro en su obligatoriedad explica qué clase de sociedad desarrolló el franquismo, una sociedad basada en el machismo extremo y en el castigo y sometimiento de las mujeres de los vencidos para poder así enterrar todo lo que recordase a la libertad que las mujeres tuvieron durante la Segunda República.

En cualquier caso los familiares de José Antonio están de enhorabuena. Han podido trasladar sus restos a un panteón familiar al contrario que cientos de miles de familias españolas que siguen buscando los restos de sus antepasados enterrados en cunetas y descampados de media España. Yo no sé si los españoles somos conscientes que buena parte del suelo que pisamos o por el que circulamos en nuestros automóviles están sembrados de cadáveres que fueron fusilados durante la guerra y sobre todo después de la guerra, producto de una represión que coloca a España en uno de los primeros lugares de la historia de la humanidad en cuanto a matanzas llevadas a cabo. La intención de la derecha ha sido siempre que los familiares de los asesinados en la represión de la postguerra fueran muriendo para que algún día se dejase de hablar de este tema. Para ello han puesto todas las trabas posibles a los desenterramientos de los restos de los que lucharon por la democracia y la libertad.

El próximo paso a realizar en el Valle de Cuelgamuros debe ser, en primer lugar, desmantelar la organización pseudo militar-religiosa que componen los monjes benedictinos cuya misión ha sido, desde que Franco inauguró el monumento al holocausto español, celebrar misas en honor de la victoria franquista alabando el golpe de Estado de 1936 y del genocida Franco. Mi opinión es que los monjes benedictinos podrían ser destinados a todas esas iglesias que se encuentran en medio del campo siempre necesitadas de alguien que las limpie y que arreglen el tejado. No haya nada como un poco de trabajo físico para agrandar el alma.

El falangismo en España fue creado a imitación, como dije antes, de las SS alemana. Con funciones de cuerpo parapolicial su misión antes de la guerra civil fue apalear sindicalistas y políticos republicanos, crear el caos con atentados y propiciar un ambiente proclive al golpismo. Después de la guerra los falangistas se dedicaron a ir por las cárceles para llevarse a presos y fusilarlos en cualquier lado (sobre todo a maestros, sindicalistas y concejales y alcaldes de izquierda) así como a violar a mujeres en los locales de la Falange Española que había en todos los pueblos. Después las cortaban el pelo al cero.

Lo que quiero decir es que José Antonio Primo de Rivera no fue mártir de nada, como los nostálgicos del franquismo siguen repitiendo. Fue un golpista, que creía en la fuerza de las pistolas y que hizo todo lo posible para que la democracia finalizase en España. Utilizó la violencia contra los sindicatos, los intelectuales y la libertad de las mujeres. Así de simple.

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