A renglón seguido

Réplica al artículo de Gonzalo León titulado «El candidato desprecio»

Luis Rodrigo

Luis Rodrigo

A pocas semanas de las elecciones, los malagueños parecen mirar al cielo a la espera de lluvia y, de paso, un milagro.

Aunque haga casi dos años desde que saliera en cines la readaptación de ‘Dune’, de la mano de Denis Villeneuve, no se me va de la cabeza. Quizás será por la sequía, que este verano nos dejará deseando tener un destiltraje o como poco poniendo las manos en cuenco a las puertas de un campo de golf. Quizás será porque en la Casona se afilan los cuchillos y se encienden los escudos. O quizás porque nuestro suelo, aunque no albergue especia, es objeto de deseo de aristócratas de toda la galaxia. Gusanos, tormentas de arena, algún que otro mosquito y los nativos a la espera de un mesías que los salve.

En mitad de todo esto, el menda. Luis ‘Desprecio’ Rodrigo, el candidato de Adelante Andalucía. ¿Joven y esperanzador, como Paul Atreides? Pero para muchos, no tan preparado. Las consecuencias que trae consigo ser hijo de pobres y no de nobles. Precisamente la pobreza era una de las virtudes que se me achacaban en este mismo medio no hace mucho y, está feo que lo diga, pero me enorgullece.

Soy pobre, sí, porque desde chico he tenido que ver a mi madre llevar dos trabajos adelante para darnos de comer. Soy pobre porque he gastado los zapatos hasta la suela por no tener para el bonobús. Soy pobre porque he pasado la mitad de mi vida con miedo a ser desahuciado. Soy pobre y por eso mi primera cuota de militante me la tuve que ganar tocando en la calle, con 16 años y menos repertorio que Jesulín. Y entiendo que eso moleste, porque para ser pobre no hay másteres aunque ahora se haya convertido en moda forzada.

Lo que me molesta a mí no es lo de pobre, sino lo de limitado. Hay candidatos que se han visto empujados a las luchas de poder de este Arrakis particular al que llamamos Málaga por la promesa de un buen sueldo a final de mes y un carguito en el partido. Yo me podría haber quedado en Suiza y ya estaría ganando más que el alcalde. Sin embargo aquí estoy, por las mañanas programando servidores y por las tardes escribiendo un programa para Málaga, porque lo único que me empuja es el dolor que siento por mi ciudad. Porque me duele que nos preocupe tanto la integridad de un candado falso mientras que de Luisa Heredia se diga «colega, es una okupa». Y porque, a pesar de mis limitaciones, he conseguido que se hable en todo el país de la crisis de la vivienda de Málaga.

Aún así entiendo las dudas que surgen de mi candidatura, tan particular. Particular por traer una papeleta andalucista de peso a Málaga tras muchos años de sequía en el movimiento. Un movimiento encabezado ahora por gente normal, de la calle, y no por rebotes de otros partidos, un movimiento de reunión para los andalucistas y no de ruptura, aunque sea difícil quitarse ese sambenito. Un movimiento que recoge el testigo de aquel 4 de diciembre.

Y es particular mi candidatura no solo por lo que representa, sino por quién la representa. ¿Cómo va a optar un chaval de 24 años a la alcaldía? Lo normal sería que estuviera preocupado en las criptomonedas o en emprender abusando de la IA o en no votar. Cosas de jóvenes. Si acaso hubiera un chaval de esta edad con la osadía para tener relevancia en la política actual, que se le relegue a las tertulias de jóvenes y actos de ‘La juventud habla con el candidato’.

Como el héroe de ‘Dune’, soy joven. Y aquí va otra sorpresa: no hacen falta años de experiencia en la vida para darse cuenta de que hay cosas en la ciudad que no funcionan. Nunca me harán falta 5 legislaturas para darme cuenta de que el BUM es una maravilla que hay que proteger si queremos combatir las muertes por el efecto isla de calor. No necesitaré 20 años de experiencia para darme cuenta de que la Torre del Puerto será un esperpento que manchará nuestra ciudad para siempre. Y, aunque no tenga experiencia de primera mano, no dudo en que nuestro proyecto de ofrecer atención psicológica gratuita a todos los jóvenes de Málaga en todos los distritos, nos acercará más a la ‘utopía’, salvando cientos de vidas por el camino.

El caso es que no soy ningún héroe, siento la decepción. Si acaso un chaval que estará un tiempo por el Ayuntamiento. Pero con mi ejemplo espero abrirle las puertas a la política a mucha gente que piensa que este es un mundo complicado e inalcanzable para el común de los mortales. No lo es. Buscad a ese héroe en vuestro interior y convertiremos la turba malagueña en un pueblo que se defiende.

Y para los que esperaban de mí algo más que un muchacho preocupado por su ciudad, una última cita de ‘Dune’:

«Ningún desastre más terrible podría sobrevenir a tu gente que caer en manos de un Héroe».

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