Artículos de broma

¿A qué saben los precios?

Los precios de la alimentación continúan desbocados pese a la contención del IPC durante el mes de marzo.

Los precios de la alimentación continúan desbocados pese a la contención del IPC durante el mes de marzo.

Javier Cuervo

Javier Cuervo

En los alimentos identificamos precio y sabor. A mismo producto, el más caro sabe mejor, pensamos. El precio de los alimentos sube, pero el sabor sigue estable. La «inflación» produjo primero «reduflación» (se mantiene el precio, baja la cantidad) y ahora, redusabor (cuesta más, sin saber más).

Fuera de temporada, es convención que el tomate no sabe a tomate. El tomate sabe al quinto sabor, ese «umami» que significa «sabroso» en japonés. No aclara más que no es dulce, ni salado, ni ácido ni amargo, pero contiene altos niveles del ácido glutámico y nucleótidos, lo que sigue sin aclarar gran cosa. Al no tener uno cultura organoléptica (la del aspecto, la textura y el sabor) queda recurrir al precio que, siendo relativo, es objetivable. El tomate sabe a más caro. Por el precio, una fruta u hortaliza sabe a escasez (mala cosecha) o a importación (viene de lejos). Esto último, a los aprensivos nos da regusto a combustible en el primer mordisco. Hay alimentos que saben a agua y ésta, siendo muy necesaria para el fruto, es insípida. Hay frutas tropicales españolas que saben a agua robada o derrochada.

La parte del gobierno que es de Podemos está empecinado en que los alimentos, por el precio, saben cada vez más a Juan Roig, el dueño de Mercadona. Ignoro a qué sabe Roig, pero dicen que es muy rico. La parte socialista del Gobierno niega esto en el Programa de Estabilidad que acaba de enviar a la Comisión Europea, donde culpa a los costes importados el 95% del aumento de los precios de los alimentos. Esto suena a organoléptico, glutamático y nucleótido de la economía, es decir, ininteligible, pero tiene que ver en ello mucho la guerra, así que parte de la cesta de la compra sabe a plomo en Ucrania. Hay trazas de bala en el precio de la barra de pan. Da más asco cuando dicen que los precios de las hortalizas saben a fertilizantes, sean naturales o químicos. A los catadores del PP todo les sabe a IVA porque organolépticamente la fiscalidad repugna mucho a la derecha y quieren desfiscalizar el aceite como se desnata la leche. Comer caro es una asquerosidad.

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