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Se compran votos

La compra de votos en Melilla es chusca y bananera, impropia de España pero muy propia de nuestra española picaresca

Yo voto que aquí hay tomate, podríamos pensar

Yo voto que aquí hay tomate, podríamos pensar / De campaña Jose María de Loma

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Pues sí que estamos aprendiendo cosas de España en esta campaña: somos un país racista y los votos se pueden comprar. Como dure unos días más acabamos sacando a flote todos nuestros secretos, todos los esqueletos del armario, que dicen los ingleses. Los ingleses dicen «pagar atención» pero nosotros decimos prestar atención. No es lo mismo. Tampoco viene a cuento. La compra de votos en Melilla es chusca y bananera, impropia de España pero muy propia de nuestra española picaresca. El caciquismo no estaba muerto. Estaba de parranda. Larvado. Vuelve. Hay otro caso en Mojácar. Te vas a un barrio pobre y le das a la gente parné para que voten lo que tú les digas. O sea, como cuando Cánovas y Sagasta. Al menos estos daban también un puestecito de trabajo en Fomento o en una Diputación o en el Ministerio de Ultramar. No te iban a dar una subsecretaría ni una jefatura de negociado, pero un puestín de escriba, un ocho a tres decentemente remunerado sí. Mi hijo se ha colocado en la delegación del Ministerio de Exteriores que hay aquí al lado, María Jesús. Ay, hija, qué alegría, ya sabía yo que Alfredito, además de estar todo el día en la calle fumando y diciéndole galanterías a las muchachas era un hombre de provecho. Y en ese plan.

Yo voto que aquí hay tomate, podríamos pensar. | L.O.

Belarra se moja. A la secretaria general de Podemos y ministra (a veces parece de la oposición) le llueven muchas críticas con frecuencia. En Alcorcón, el otro día, le cayó también lluvia natural, pero un militante con ganas de hacer méritos le prestó un paraguas. Belarra no se arredra, le echa arrestos a la vida y a la política. Es valiente. También a veces insensata e injusta. Como la lluvia: nunca a gusto de todos. / De campaña Jose María de Loma

En lo del fraude de Melilla ya hay seis detenidos, que no sabemos si iban a votar o si ahora no van a votar al PSOE, que es el partido que manda y al que pueden culpar de su desgracia. Los votos comprados equivalen a un tercio de la representación de la Asamblea de Melilla. O sea, esta gente sabía lo que compraba, no como nosotros, que vamos a un supermercado y nos engatusan con las ofertas, nos dan tomates malos y nos cobran la carne a precio de oro. La Policía, la Justicia e Interior les ha chafado el plan y yo voto que no les ha gustado. Ahora las elecciones estarán bajo sospecha en Melilla, pero no hay que temer una amplia investigación: estas cosas en cuanto los medios retiran el foco se van olvidando como se olvida un amor adolescente de verano en Benicásim cuando tienes 82 años.

También en política hay quien quiere tomar atajos. Y quien llama compra de votos a un subsidio, una paga, un derecho, un salario mínimo. El PP dice que Sánchez nos está comprando a todos a base de promesas, inversiones, gasto y Presupuestos Generales del Estado pero ellos en lugar de prometer solo hablan de Bildu. Parece que en vez de prestarles atención hay que pagársela. Los estímulos para atender, para poner atención, son muchos. Y ahí está el juego: en ver quién la dice más gorda y así revienta más titulares. No falta quien intenta comprar esos titulares, claro. Creen que el dinero todo lo puede. Están en lo cierto.

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