Memoria en Verde y Morado

De amigos y pizarras

La estrecha relación entre Hernández Rizo, actual patrono del CB Canarias, con el baloncesto malacitano demuestra que los valores de nuestro deporte van más allá de rivalidades

DE AMIGOS Y PIZARRAS

DE AMIGOS Y PIZARRAS / Juanma Rodríguez

Juanma Rodríguez

Juanma Rodríguez

Esta noche viviremos el enésimo enfrentamiento entre Unicaja y CB Canarias en una temporada en la que mantienen abierta su pugna como aspirantes al trono de los grandes trasatlánticos de la Liga. La apuesta malagueña por una velocidad vertiginosa con máxima intensidad defensiva se enfrenta a la propuesta lagunera basada en un 2x2 imparable que crece gracias a una clarividente circulación de balón. El duelo de los banquillos, liderados por Navarro y Vidorreta, se desarrolla entre jugadas y entramados tácticos con la victoria como único objetivo a estas alturas del año. Para Ibon y Txus, la rivalidad deportiva no empaña una estrecha relación personal fuera de la cancha. Del mismo modo, años atrás, allá por la década de los 80, comenzó a gestarse una bonita conexión entre los entrenadores malagueños y canarios.

Hablamos de un baloncesto más familiar y romántico, con torneos como el Escobasket y los campeonatos de España o los famosos clínic en Oviedo, que servían de punto de encuentro para compartir conocimientos y experiencias. Desde Málaga viajaban los pioneros Alfonso Queipo de Llano y José María Martín Urbano junto a un grupo de jóvenes con ganas de aprender (Javier Imbroda, Pedro Ramírez o Ramón García) mientras Jose Carlos Hernández Rizo, el zorro plateado tinerfeño, era el abanderado del basket insular.

Considerado como todo un icono del baloncesto en Canarias, la relación de Hernández Rizo con la pelota naranja comenzó como jugador, pasando luego a ser ayudante de diferentes equipos hasta convertirse en entrenador jefe en varios clubes de primer nivel, como el Hispano Inglés, el Náutico de Tenerife o el propio CB Canarias que alcanzó la Copa Korac a mediados de la década de los 80. Germán González, histórico jugador del Caja Ronda y del Cajacanarias, recuerda a Rizo como un fantástico entrenador, dotado de una habilidad especial en la gestión del grupo.

Capaz de entender la psicología del jugador, tuvo la habilidad de saber llevar al talentoso pero problemático Eddie Philips. Germán recuerda que, gracias a su carácter tranquilo y equilibrado, Hernández Rizo gestionaba a la perfección los tiempos muertos explicando con mucha claridad todas las jugadas.

Más allá de su brillante trayectoria en el baloncesto de su región, Hernández Rizo viajó muchas veces a Málaga. Descubridor de grandes talentos canarios que destacaron en la cantera de Unicaja, como Richi Guillén o Yuse García, visitaba con bastante frecuencia las instalaciones de Los Guindos. Aparte de saludar a sus amigos malagueños, Jose Carlos se empapaba del funcionamiento de la factoría de talentos malagueña para intentar replicar el modelo en la isla tinerfeña. Vivió importantes duelos con los clubes representativos de nuestra ciudad (Caja Ronda y Maristas), guardando un grato recuerdo de aquellos enfrentamientos a nivel deportivo y humano.

De entre sus vivencias con Málaga, Hernández Rizo recuerda la relación directa que mantuvo con Javier Imbroda, a quien invitó a presentar su libro en Tenerife o la amistad que mantuvo con Paco Moreno (alma máter en los despachos del Caja Ronda). Pero lo que no ha podido olvidar de sus visitas a nuestra ciudad es el gigantesco dóberman que tenía Germán González en su casa del Cerrado de Calderón.

La estrecha relación entre Hernández Rizo, actual patrono del CB Canarias, con el baloncesto malacitano demuestra que los valores de nuestro deporte van más allá de rivalidades, competiciones y tácticas. Pizarras, jugadas y partidos, una simple excusa para consolidar las relaciones humanas por encima de marcadores.

La Peque-Columna (Simón R.J)

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