La Opinión de Málaga

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Pedro de Silva

En corto

Pedro de Silva

Botero, urbi et orbe

El gran espíritu tardó en descender sobre Botero para inspirarle una forma primigenia de lo humano, libre de los amaneramientos del canon. Cuando al fin lo hizo, el artista repartió por el orbe, logrando asi un raro ecumenismo, sus colosales volúmenes, todos bajo la misma matriz formal, prueba de que estaba poseido de su verdad. Que el mercado también lo estuviera es otra señal. Destaquemos, en el orbe, su formidable Via Crucis pictórico, y en España dos esculturas sobre todo, el prodigio de movilidad de la «mano» que santifica el madrileño Paseo de la Castellana y la poderosa y solemne maternidad plantada en el centro mismo de Oviedo. Imposible saber si ésta es arte profano o sacro (si la distinción tuviera sentido) pero optemos por lo segundo para darle mayor respetabilidad, en una ciudad que a ratos se siente tan devota; aboliendo el sacrílego y rahez populismo de «la gorda».

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