Es una de las frases más célebres de nuestro idioma. Hasta ahora se asociaba a dos personajes históricos pero a partir de ahora podría unirse también al nombre de un equipo de baloncesto. La tradición dice que la primera vez que se pronunció fue en 1576 y en latín: «Dicebamus heterna die». Aunque no haya constancia escrita de este hecho hasta dos siglos después, lo que genera algunas dudas sobre su veracidad. Fray Luis de León había sido condenado por la inquisición, institución que le vigilaba porque en su ascendencia paterna había varios judíos conversos, por pedir una nueva traducción de la Biblia realizada directamente del hebreo y dejar de lado la que se utilizaba realizada desde el griego. Una traducción que en su opinión sería una interpretación más abierta y moderna del libro sagrado. Después de 3 años de carel volvía a su cátedra en la Universidad de Salamanca y comenzaba sus clases con la frase: «Decíamos ayer…» para dejar claro que el tiempo pasado en la cárcel no cambiaba ni un ápice sus convicciones y que volvía al mismo sitio donde lo había dejado.

Miguel de Unamuno es el segundo nombre de esta lista. Lejos de las disputas bíblicas entre agustinos y dominicos que acabaron con Fray Luis de León en la cárcel, la caída en desgracia del genio bilbaíno se debe a la política. Sus continuas críticas en distintas publicaciones y artículos a la dictadura de Miguel Primo de Rivera le llevaron al destierro primero y al exilio después. En el consejo de ministros del 20 de febrero de 1924, el directorio militar acordó el destierro de Unamuno a Fuerteventura y la perdida de su cátedra universitaria. Las movilizaciones populares y académicas provocaron su indulto el 9 de julio, pero Unamuno decidió exiliarse en Francia hasta el final de la dictadura. En 1931, con la proclamación de la República, volvió a Salamanca, fue repuesto en su cátedra e inició su primera clase con la cita: «Decíamos ayer…» para demostrar que nada en él había cambiado.

Si Ibon Navarro tuviera que dar ahora mismo una conferencia debería empezar con esas mismas palabras porque el equipo vuelve de vacaciones donde lo dejó, o aún mejor, porque las vacaciones han refrescado las piernas de los jugadores y a pesar de las bajas interiores han conseguido agarrarse a todos los partidos de una manera increíble, liderados por ese «junior» de 37 años que es Will Thomas. El pívot de Baltimore es la mejor garantía de que todo va a seguir igual. A su edad, otros van pasando los minutos de partido con su veteranía y calidad para cubrir el expediente, pero Will ejerce de líder en compromiso y trabajo. Siempre se decía que era un jugador diésel que se iba poniendo en forma según transcurría la temporada y que las mejores actuaciones del «tío Will» se veían a partir de enero. Si eso ocurre este año... que se preparen los rivales de Unicaja. Thomas ha llegado muy fino físicamente, en forma y con ganas de demostrar desde el primer momento que esta para todo.

El sábado a las nueve menos cuarto el Carpena vuelve a volar ante el gran antagonista que en los últimos años ha tenido el equipo verde, el Lenovo Tenerife de la dupla Huertas – Shermadini, de los también ex cajistas Jaime Fernández, Sasu Salin, Tim Abromaitis y Edgar Vicedo. Del deseado Bruno Fitipaldo y del siempre eficaz coach Txus Vidorreta. Una primera piedra de toque importante que abre un calendario exigente que en las próximas jornadas llevará al equipo a Zaragoza, Gran Canaria y Vitoria, y que traerá a Málaga al nombrado Tenerife, a Valencia Basket y a la Penya. La experiencia de la Supercopa nos hace creer que el equipo está preparado pero, como decía Ibon Navarro, la competición comienza ahora. Suerte...