Un último bocado muy indigesto

Las condiciones de posibilidad de Podemos las creó la calle, alzada en armas civiles el 15-M frente a los efectos de una crisis fruto de la especulación inmobiliaria y financiera. Pero el movimiento, saludable en términos sociológicos y hasta políticos, fue luego formateado por un grupúsculo oportunista, tan experto en lemas y técnicas de agit-prop como repleto de dogmatismo, soberbia y mesianismo, una fórmula magistral que o triunfa, con efectos desastrosos para la democracia, o se vuelve contra el propio grupo, llevándolo al desastre bajo forma de fragmentación, luchas cainitas e irrelevancia final. A punto estuvo Podemos de dar el sorpasso al PSOE dentro de la izquierda, hasta que Pedro Sánchez ensayó el abrazo del oso, dándole sedal y luego jalándolo como a un salmón rebelde, hasta llevarlo a la tierra prometida del poder y luego al plato. El problema es que la digestión puede ser muy pesada.

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