Opinión | La señal

La camiseta de Zelenski

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno durante su encuentro con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno durante su encuentro con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. / JOSÉ LUIS ROCA

La verdad es que da igual por donde empiece, el día es soleado pero el panorama nacional y plus ultra está que chisporrotea en las brasas. Por eso, entiendo la urgencia en colaborar con las universidades palestinas, de gran prestigio internacional, con numerosos profesores premios nobel y de un nivel de excelencia de sus estudiantes de todos reconocido; por el contrario, las universidades de Israel no figuran en puestos relevantes de ningún ranking mundial, ni cuentan con profesores reputados por sus conocimientos e investigaciones, ni han aportado al mundo nada destacable. Es una decisión de carácter científico y nada ideológica, como puede apreciarse.

En Ucrania, sucede algo parecido, asolada por la corrupción y no solo por la guerra, las elecciones anuladas y parte de la oposición en la cárcel, así que sin novedad. Occidente libra la guerra con su proxy a sueldo, que pone los muertos, porque Europa no se atreve a mandar allí a sus jóvenes, uff, que se rebelan en casa y Dios sabe la que pueden liar en la calle.

Pero lo importante es la camiseta de Zelenski, que no se la quita ni para dormir y que ya le ha causado más de una bronca con Olena, su esposa. A lo que vamos, solo para este año Kiev recibirá de nosotros 1.129 millones de euros, aunque el Gobierno volvió a bloquear la ley de ayuda a los enfermos de ELA, y fue porque consideró que 38 millones de presupuesto era mucho dinero aunque, al mismo tiempo, renovaba la flota de Falcon por 800 millones de euros.

Lo que me pregunto es si los 19 carros Leopardo 2A4, los misiles Patriot, la munición de artillería de 155 mm, los sistemas antidrones, los optrónicos, las torretas de armas de control remoto y otros asuntos de los que no nos habla Margarita -está linda la mar-, conllevan el compromiso de auditorías, como las que no hacía Borrell con las ayudas de la UE a los palestinos, que terminaban en manos de Hamás y que no se llevaron a ninguna corte internacional. Por cierto, que los terroristas han celebrado el reconocimiento de una Palestina que no existe sobre suelo alguno, eso sí que es creer en lo paranormal. Pero el pogromo del 7 de octubre tiene su recompensa, que es de lo que se trataba, aunque los españoles Maya Villalobos e Iván Illarramendi fueran víctimas de aquellas fieras ese sábado negro.

Por aquí, quien no tendrá ninguna satisfacción, más que la de su conciencia, es Camps, después de ser absuelto por la Gürtel y de todas las demás causas tras quince años de pasillos judiciales. Igual que están de enhorabuena los familiares del que fue mi director, y por dos veces, Rafael de Loma, por el Paseo que ya lleva su nombre cerca de la Avenida Europa. Es el reconocimiento a un demócrata cabal que en los difíciles momentos de la transición estuvo en la defensa de las libertades, entre otras la de prensa, con las máquinas de escribir Olivetti como únicas armas en aquel desolado paisaje de la Carretera de Cádiz.

Más allá, en Marbella, tiene lugar una redada policial en una fiesta, concretamente en el Ocean Club, y eso que los agentes no fueron invitados. Es cierto que tenemos tradición, como la patada en la puerta sin mandamiento judicial. Pero si queremos luchar contra el crimen pues…, lo que no quiero es que me despierten de madrugada, que me cuesta mucho coger el sueño.

Otros tienen que rectificar, como Jorge Mario. Eso de que ya hay mucha “mariconería” en los seminarios es muy teológico, y él muy prudente, sí señor. Suma y sigue.

Y a Iglesias y Montero les increpan a la salida del juzgado, “sois unos miserables y unos asquerosos”, les dijeron quienes ahora hacen vudú con el pelo de la coleta del ex vicepresidente. En Málaga, somos más finos y no hacemos magia negra sino controles de velocidad con radar a los patinetes con el resultado de que el primer día… ¡un patinete intervenido! A este paso nos atropellarán antes del siguiente trofeo de Avelino. Luis Cernuda lo puso en claro:

Aquella noche el mar no tuvo sueño.

Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,

quiso vivir hacia lo lejos,

donde supiera alguien de su color amargo.

Con una voz insomne decía cosas vagas,

barcos entrelazados dulcemente

en un fondo de noche,

o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido

viajando hacia nada

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