Por ilación

A menudo me ocurre que, por ilación, me siento un individuo eventual en el sistema, que es justamente lo que acontece mientras mis ideas, que tienen vida propia, vagabundean por mis entendederas. Si el invento fuera de otra manera, estoy convencido de que muchos de mis trayectos vitales los haría a pie por los arrabales de la vida socialmente domesticada.

–Señor chófer, por favor, pare en la próxima, que me bajo del sistema para oxigenarme un rato.

Lo que tradicionalmente yo he venido denominando el teatrillo vital, por ilación, se ha convertido en el verdadero pecado original, en este caso, nacido para crecer sine die. El deletéreo chundachunda de las cámaras y los altavoces ante los que ocurre la política patria está sobrepasando todos los decibelios y todos los límites de la lógica, de la convivencia, de la cortesía, de la educación, del buen gusto y, sobre todo, del noble arte de la diplomacia y del mínimo ejemplo de respeto al prójimo, por la simple virtud de serlo.

Diríase que el mundo traidor al que se refirió Ramón de Campoamor, por ilación, ha crecido y que con su crecimiento le ha otorgado patente de corso a la política y, por delegación directa, a todos los políticos profesionales que a pesar del desagrado y cansancio creciente en el respetable siguen viviendo de ella. El carácter epigonal de nuestros representantes, desde el minuto uno verifica la norma no escrita de que los políticamente hábiles, con el tiempo empeoran y que los políticamente inhábiles con el tiempo mejoran, es decir, mejoran sus incapacidades para, de esa forma, manifestarse aún más incapaces, incluso para votar, a veces.

Jung nos legó aquello de que «todo lo que nos irrita del prójimo nos lleva al entendimiento de nosotros mismos» y no seré yo quien, a estas alturas de mi viaje, muestre desacuerdo con el maestro, sino todo lo contrario. Pero, francamente, me pregunto si, aunque fuera por simple ilación, los partidos de la derecha y la izquierda españolas y los partidos de aún más a la derecha y aún más a la izquierda españolas, conocen lo que dijo el maestro y lo comprenden en toda su dimensión.

Por ilación, me pregunto, ¿cuántas cadenas de TV y emisoras de radio habrían de cerrar para siempre jamás si, por el arte de birlibirloque de una autoridad celestial, se prohibiera la crónica política en la programación de todas ellas? Sin la presencia ad hoc de la política en las ondas el denominado crack de 1929 en Estados Unidos quedaría reducido a una simple anécdota o a un simple juego de niños menores de un año.

Por ilación simple, me sigo preguntando ¿cuánto nos cuesta a la ciudadanía pagante mantener un sistema al que solo le falta la guinda del registro y el cacheo que impida que sus señorías puedan acceder a ambas cámaras equipados con afiladas catanas, como parte primordial e irrenunciable de los adminículos necesarios para el desempeño responsable del ejercicio político por el que cobran?

Toda vez cruzados los umbrales de la Cámara Alta y la Cámara Baja, que representan al desdoblado Oráculo de Delfos de la democracia patria, la prolificidad del mal estilo que envenena el ambiente se ha convertido en un deletéreo virus residente en sus señorías, que se autorregeneran como el mismísimo Hulk, el hombre que cuando se vuelve verde representa al poder destructor del ser humano, pero a lo bestia. Como curiosidad nótese que entre los que encarnan el papel de destructores y los que encarnan el papel de destruidos en cada una de las cámaras solo pervive una familia de humanos visibles que nos recuerdan la verdadera bondad de la raza: los ujieres. Lamentable, muy lamentable

Por ilación o por generación espontánea, sería hermoso y muy edificante que sus señorías, al menos una vez a lo largo de su vida política, cuando fuera procedente, como un acto de contrición y como un propósito de enmienda reconocieran y mirificaran sin rubor la labor de sus adversarios:

¿Se imagina, amable leyente, al presidente Aznar llamando al presidente González?

–Felipe, nunca debiste marcharte. Eres el culpable de todos nuestros males...

¿Y al presidente Zapatero, llamando al presidente Rajoy?

–Mariano, la culpa de todos los males del terruño patrio es tuya, por lo de «el vecino elige al alcalde. Y el alcalde quiere que sean los vecinos el alcalde»

Pues eso...