Opinión | Tribuna

La Málaga del (nuevo) futuro

La portada de un diario es siempre una foto fija que permite reconstruir un momento, un tiempo concreto. La del número 1 de ‘La Opinión de Málaga’ nos saludó por primera vez desde los quioscos hace justo 25 años con titulares que hablaban de proyectos para integrar el puerto en la ciudad, de un AVE que debía relanzar las posibilidades de la Costa del Sol o de un Antonio Banderas que ejercía ya como nuestro mejor embajador en el planeta. En otra concesión a la nostalgia, el precio aún aparecía en la cabecera en pesetas (115) aunque con su conversión ya a euros (0,69), en un ejercicio didáctico que se adelantaba en más de dos años a la entrada en circulación de la nueva moneda.

Aquel primer número interpretaba el presente, pero también anticipaba el futuro, como vaticinaba un suplemento especial: ‘Málaga, Siglo XXI’. Si sometiéramos hoy a revisión los augurios de aquellas 160 páginas descubriríamos que en algunos quizás pecamos de optimismo y que en otros, seguro que muchos más, nos quedamos incluso cortos. Porque si hay una evidencia, una realidad palpable que admita poca controversia, es que el paso de estos años no sólo no ha desgastado a esta ciudad sino que la ha fortalecido y la presenta al mundo como lo que es, el mejor escaparate del sur de Europa.

Málaga es hoy un ejemplo de oportunidad. Una tierra próspera, dinámica, integradora y cosmopolita, orgullosa de su legado y preparada para afrontar con garantías los desafíos de un mundo cada vez más tecnológico y globalizado. Y quizás ése sea su gran secreto, si es que puede llamarse así a la habilidad de mantener su esencia milenaria, sin retroceder un centímetro, pero abriéndose al mismo tiempo a la innovación, a la captación del talento y a la investigación, situando a la capital, y por extensión a su provincia, en el gran referente tecnológico y cultural de todo el arco mediterráneo. Ese proceso de transformación ha sabido narrarlo ‘La Opinión’ en sus páginas, en detalle, y también lo hemos experimentado en primera persona, día a día, quienes tenemos el enorme privilegio de vivir y sentir Málaga.

Ahora toca poner en valor lo logrado y continuar avanzando, en todos los ámbitos. Para ello debemos seguir contando, como hasta ahora, con el compromiso y con el ejemplo de nuestro tejido productivo y de sus trabajadores. Ha sido el esfuerzo colectivo de las empresas y de su capital humano el que nos ha permitido conquistar las metas más ambiciosas, y es un camino que debemos seguir recorriendo juntos, en el que a las Administraciones Públicas nos corresponde despejar obstáculos, crear un ecosistema propicio a la inversión y al crecimiento económico, que es siempre la antesala de una mejora en las condiciones de vida del conjunto de la ciudadanía.

La Málaga que encara ya el segundo cuarto del Siglo XXI deben construirla, en buena parte, las pequeñas y medianas empresas abiertas a la digitalización y a la exportación de sus bienes y servicios, los trabajadores autónomos que ven crecer con ilusión sus ideas de negocio y empleados cualificados con una formación capaz de responder a los cambios vertiginosos que aceleran las condiciones del mercado laboral. Todo suma, también en lo económico y lo laboral, a la hora de construir una ciudad más próspera, más viva, más habitable.

Este ejemplar de ‘La Opinión’, el de su 25 aniversario, se parecerá ya poco al de aquel número 1. En 1999 la noticia moría en el papel, sin posibilidad de abrir un hilo interminable en una red social; no existían vínculos ni códigos QR que nos transportaran a vídeos, ni la inteligencia artificial había desplegado aún sus múltiples aplicaciones e incógnitas. Los medios han tenido que transformarse a la misma velocidad que la sociedad para adaptarse al futuro. Un tiempo apasionante que, seguro, reserva a Málaga las mejores páginas que aún le quedan por escribir. Felicidades, ‘La Opinión’, por este merecido aniversario y mucha suerte en estos nuevos 25 años que quedan por delante para contarlo.

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