Opinión | Tribuna
25 años no son nada
La Opinión de Málaga desafiaba el statu quo y atraía y competía, por primera vez, por lectores, profesionales y anunciantes

Una imagen aérea del Málaga TechPark (PTA) de Málaga / L. O.
Siempre me gustó el periodismo. Me parecía el único pilar real de una democracia plena. Sin ciudadanos bien informados con pluralidad seríamos borregos. El verano del 92, el año de tu vida, cuando cumples 18 y tienes todo el tiempo del mundo, la vida por delante, optimismo a raudales incluidas, ¿qué podía ir mal? Habíamos vivido toda una vida de progreso, democracia, incorporación a la CEE… Ese junio, me despedí de mi mejor amiga, ella quería hacer periodismo, y no había en Málaga. Se marchaba a Madrid. Aquel curso 92-93, la Universidad de Málaga (UMA) abrió la titulación de periodismo en Martiricos en unas instalaciones humildes y unos recursos limitados.
Allí daban clases muchos de los profesionales, como asociados, de la poca prensa que había en Málaga. Mi amiga volvió de Madrid y muchos años, pude ver cómo unos iban a EFE, COLPISA, otros a radios, a SER a canal Sur, a Sur y, muy pronto, yo ya llevaba un tiempo trabajando, abre en Málaga un diario nuevo, La Opinión. Lo conocí de cerca porque ella trabajó allí. Un nuevo medio desafiaba el statu quo y atraía y competía, por primera vez, por lectores, profesionales y anunciantes.
La libertad de prensa existía, la libre competencia también, la libertad de contratación y empresa también, pero se materializaban por primera vez en un espacio aún pequeño y en un momento en el que los medios aún no eran plenamente conscientes de que el papel languidecería y que lo digital requeriría de enorme escala para ser rentable. La prensa tradicional estaba tocada de muerte. Aún no lo sabíamos. La digitalización y la integración en grandes grupos editoriales para acceder a contenidos de calidad, a corresponsales, a firmas de prestigio, era tan importante como entender y conectar con el entorno local, lo que interesa al malagueño. Pero el estímulo que La Opinión trajo a la sana competencia hizo mejor a todos.
Ese año, el mundo se dio cuenta de que lo de internet era muy gordo, pero no tanto, y explotó la burbuja punto com. La primera crisis de la tecnología en democracia sucedió en 1993, pero Málaga apenas se enteró. Pero la del 2001 ya impactó en el frágil entorno tecnológico del PTA. Los atentados del 11S y las guerras que sucedieron nos pusieron plomo en las alas. Desde la incorporación de China a la OMC y en particular desde el 2000, la globalización aceleró tanto, y sin control, que se cerraron fábricas en media Europa y EEUU, si no estabas en la mesa estabas en el menú y China liquidó con sus imbatibles precios miles de industrias en todo el mundo. Málaga no se escapó. Yo era apenas un chaval cuando Celia Villalobos dejó a Francisco de la Torre el relevo.
Málaga sale reforzada de todas las crisis
En todos estos años he podido observar cómo Málaga ha salido reforzada de cada crisis, y cómo recientemente el liderazgo de estos 25 años de su alcalde, inclusivo, poniendo el interés de la ciudad por encima de cualquier otro aspecto, se ha entendido con Sevilla o Madrid cuando allá gobernaban otros partidos. Vi la del 2001, la del 2008 que fue aún peor y la del 2020 con el Covid. La apuesta por la educación, por elevar el nivel profesional educativo, retributivo, cultural y financiero de los malagueños ha sido clara. Pero conseguir el apoyo en muchísimas iniciativas de casi todo el Consistorio dice mucho también de una oposición que ha sido responsable y ha puesto el interés común por encima de otras prioridades.
Esto ha llevado a una ciudad, envidiada por otras que, sin ser capital de comunidad autónoma, ha sido capaz de destacar, no solo en turismo, sino cada vez más en emprendimiento, cultura, innovación y tecnología. De la ciudad para vivir, a la ciudad para visitar, a la ciudad para invertir a, tras el Covid, la ciudad para venir a trabajar en tecnología. Málaga ha ayudado a Andalucía a que su centro esté más en el centro y menos en el extremo occidental.
Estos logros son fruto de la generosidad, del trabajo duro, muchas veces altruista de muchos malagueños que admiro, y de la cesión de soberanía, de compartir retos y de escuchar en foros, tan importantes en lo estratégico como la Fundación CIEDES, y de no practicar el terrible adanismo que impera en el resto de España. Nuestras autoridades supieron aprovechar e impulsar lo que otros, antes que ellos, fueran o no de sus partidos, habían hecho en urbanismo, en planificación, en tecnología o en instrumentos como CIEDES y le imprimieron su propio carácter.
Unicaja, que peca de una humildad y timidez excesiva, ha hecho mucho desde la discreción con la sabia certeza de que un banco captura externalidades positivas de una ciudad que marcha bien. El Instituto Ricardo Valle de Innovación y la futura implantación del IMEC son logros discretos de ese apoyo de nuestro banco a nuestra comunidad.

Una reuniión del patronato de la Fundación Innova IRV. / L. O.
Los retos de Málaga
Hoy Málaga afronta muchos retos, pero los más peligrosos, no son el de la vivienda, que hay que resolver, sino el de la autocomplacencia, el de una administracion que se queda lenta y pequeña para unos retos más exigentes y, sobre todo, la de la necesaria sucesión de los liderazgos que nos han traído hasta aquí. ¿Quién será la próxima alcaldesa, quién será la próxima directora del PTA, quién la próxima presidenta de la patronal, quién la próxima rectora? ¿Cuándo tendrá Málaga la Politécnica que necesita? ¿Cuándo una verdadera Área Metropolitana como en Barcelona o en Madrid con sus consorcios de transportes? ¿Cuándo tendremos el eje cercanías hasta Marbella, Vélez y Antequera actuando como lo hacen las grandes periferias urbanas en el mundo?
A media hora de Málaga hay mucha Málaga para crecer, para ofrecer suelo y vivienda asequible y para invitar a la provincia a disfrutar del buen momento de Málaga. Ya somos capital económica de Andalucía, debemos serlo más de la provincia, multiplicando el valor y, sin duda, siendo capital real de Andalucía Oriental, que pone la colaboración privado- pública en el centro. Deseo que La Opinión siga aportando luz y testimonio para que haya contraste y se pueda fomentar el pensamiento crítico. La verdad es poliédrica y en eso radica la vocación por el buen periodismo. Felicidades. A por los siguientes 25.
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