Opinión | Tribuna
Medio Ambiente y cambio climático un problema común
Legislar pensando exclusivamente en el rendimiento electoral y sin perspectiva del bien común y del futuro del planeta traerá consecuencias nefastas e irreversibles

Un panel de información del Centro marca 39 ºC el pasado verano / Álex Zea
Hoy 5 de junio celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente, en un contexto donde el Medio Ambiente y las consecuencias del cambio climático están de moda pero no porque estemos haciendo los deberes para luchar contra el notable deterioro del planeta sino porque nos queda mucho por hacer.
Los signos y síntomas del cambio climático son cada vez más evidentes, aunque los negacionistas de ciertos sectores políticos insistan en que no hay problema, según Aemet el 2023 fue el segundo año más cálido en España y el sexto más seco desde 1961, esta primavera algunas localidades de Andalucía han estado en alerta amarilla por calor, alcanzando temperaturas de 38 grados, hasta hace pocos años estas situaciones eran típicas de época estival.
En nuestra capital la temperatura media se ha incrementado 1,31 grados en los últimos 30 años. Y dirán los negacionistas que un grado no es para tanto, pero sí lo es, escasez de precipitaciones, apenas un 50% de las de años anteriores, elevadas temperaturas, menos agua acumulada en superficie, nos lleva a una pérdida importante por evaporación.
A esta escasez hídrica y subida de temperatura media, hay que sumar otras consecuencias que ya se dejan ver, subida del nivel del mar, desertización, olas de calor, inviernos más duros, inundaciones, aumento de acidez de los océanos.
El Mediterráneo marcó récord en el verano del 2023 llegando a superar los 31,2ºC, con las nefastas consecuencias que tienen estos cambios en los ecosistemas marinos.
Pero hay soluciones. Las medidas de lucha contra el cambio climático que nos amenaza están contempladas en el Pacto Verde Europeo, aprobado en el 2020 para el desarrollo sostenible, hoja de ruta basada en la Agenda 2030 y el Tratado de París sobre el cambio climático.
La ciencia, a través de la investigación, nos da soluciones para esta lucha, se habla constantemente de economía circular y de lo conveniente de entrar en esa dinámica para llegar a ser climáticamente neutrales en el 2050.
Estos planteamientos de economía circular, nos guste o no, han llegado para quedarse y afectan a todos los sectores y a toda nuestra forma de vida.
Pero en qué consiste esto de la economía circular, se preguntarán algunos lectores. Básicamente consiste en un sistema económico y social que busca producir bienes y servicios aprovechando los recursos y reduciendo el consumo de materias primas, agua y fuentes de energía.
Lejos del actual sistema lineal de ‘usar y tirar’, apostamos por otro más respetuoso con el Medio Ambiente, extender la vida útil de los productos, mediante la prevención, reutilización, reparación y reciclaje, convirtiendo los residuos en recursos. Para ello la variable ambiental debe de ser un criterio en la fase diseño de los productos, esto se llama ecodiseño.
Por poner un ejemplo, no sé si saben ustedes que la industrial textil es de las más contaminantes. La producción masiva de prendas y accesorios combinada con la demanda rápida de moda ha generado un incremento considerable de los residuos textiles que contaminan nuestras aguas dulces ( un 4%) y emiten gases efecto invernadero ( un 10%).
Usar productos textiles duraderos, reutilizables y reciclables, desde su ecodiseño, nos permitiría dar ese paso de gigante hacia la sostenibilidad, nuevos modelos de negocios, de empleo y respeto al Medio Ambiente.
Afortunadamente ya empiezan a haber empresas textiles sostenibles, que utilizan para la fabricación de sus prendas, algodón orgánico, poliéster y otros materiales reciclados.
Pero esta economía circular debe ser fomentada en todos los sectores y en nuestro concepto de consumo, por parte de nuestros gobernantes, algo que aún estamos lejos de conseguir.
Asistimos atónitas al espectáculo de cierta parte de la clase política que niega o banaliza el cambio climático y sus consecuencias. Los problemas del campo, de escasez hídrica, de la industria y su competitividad, no se van a solucionar negando el cambio climático, sino con inversión pública, coordinada e inteligente.
Legislar pensando exclusivamente en el rendimiento electoral y sin perspectiva del bien común y del futuro del planeta traerá consecuencias nefastas e irreversibles que nos salpicará a toda la ciudadanía del planeta.
El próximo 9 de junio hay elecciones al Parlamento Europeo, en estos comicios, la abstención suele ser muy alta, lo que favorece a la clase política que quiere eliminar el Pacto Verde Europeo, no podemos obviar que casi el 60% de las leyes que se aprueban en España derivan de normas europeas, todo pasa por Europa. Por eso, estimado lector nos jugamos mucho en estas elecciones.
Votar a aquellos partidos que defienden el cambio climático es vital para nuestro futuro y nuestro legado planetario.
El 9 de junio, la conciencia medioambiental y la justicia social, esencia de la prosperidad europea, deben triunfar y eso, estimado lector, depende de la papeleta que cada votante depositamos en una urna.
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