Opinión | Tribuna
Sobre la justicia social
El concepto doctrinal del Estado social se basa en la igualdad entre los individuos y en la libertad para hacer negocios, tener derecho de propiedad y seguridad personal

Detalle de la Constitución Española, expuesta en el Congreso de los Diputados. / L.O.
Es imprescindible documentarse antes de hablar, bajo el riesgo de quedar como un cateto. Y estos últimos días han brotado como champiñones, siendo su principal abanderado quien definió al Papa como «el representante del maligno en la tierra», que «los derechos alguien los tiene que pagar» pero que «los impuestos son un robo» (sic), y que «la justicia social es una aberración». Esto último es lo más grave.
La justicia social es una derivada de la democracia y en el caso español se consagra en el artículo 1 de nuestra Constitución. «España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho».
Nuestra norma deriva de la historia de la primera mitad del siglo XIX en el marco de la revolución industrial. Una serie de leyes inglesas aprobadas entre 1802 y 1878 mejoraron horarios y periodos de descanso laborales. En París en 1871 se aprueban los derechos de reunión, asociación y libertad de prensa, y en Alemania, Ferdinand Lassalle contribuyó en 1883 a la creación del seguro de enfermedad, y a la norma que regularía la invalidez por razones de enfermedad o accidente. En España tenemos que esperar hasta 1919 para que se apruebe la jornada laboral de 8 horas. Muchas otras leyes acaban de configurar el Estado social y como vemos no son comunistas ni socialistas. Son normas democráticas de protección social ampliamente compartidas en todos los países democráticos. De no haberse aprobado, viviríamos en una sociedad similar a la rusa (sin libertad de prensa, asociación o disenso político), a la norcoreana (obligados al culto al líder bajo pena de muerte), a la venezolana (con una desprotección sanitaria y una violencia desbocada) o a la de Afganistán, Paquistán o Israel, que son los únicos tres estados confesionales del mundo.
El concepto doctrinal del Estado social se basa en la igualdad entre los individuos y en la libertad para hacer negocios, tener derecho de propiedad y seguridad personal (jurídica). Es consecuencia de la evolución del Estado liberal que nace como reacción al Estado absolutista. El Estado liberal dio lugar al capitalismo y éste a profundas desigualdades que acabaron con las revoluciones sociales del siglo XIX. Hasta que en 1929 Herman Heller acuña el concepto de Estado social de Derecho (término que recoge nuestra constitución) y que es el que se impone tras las tensiones entre los fascismos totalitarios de la época y las corrientes reformistas.
El papel del Estado en un sistema económico capitalista, como el occidental, procura el desarrollo existencial del individuo tratando de cubrir unos mínimos económicos comunes a todos (Estado del Bienestar), pero, obviamente, fracasa en el intento de lograr una igualdad real. Concepto bienintencionado, pero pragmáticamente imposible. Por ello, el Estado social deriva en un Estado democrático de Derecho en el que sus instituciones garanticen una igualdad efectiva y común a todos sus ciudadanos. Se consigue a través de las leyes aprobadas por los representantes legítimamente elegidos en comicios libres.
El Estado social y democrático de Derecho no puede aspirar a más. Y a nada menos. Como decía en mi anterior artículo, todo es relativo y depende de con quién te comparas. Si repasan la breve lista de los países que he citado antes, créanme que estamos mucho mejor. Somos iguales ante la ley, tenemos seguridad jurídica y un sistema mínimo de protección social realmente eficaz.
Por ello, cuando este acontecimiento histórico del Estado y la justicia social, que tan básicamente he descrito y del que disfrutamos, se tilda de «aberración», uno no puede sino evocar todas las generaciones que hasta la primera mitad del siglo XIX padecieron lo indecible para conseguir los logros antes citados. No se olviden de que fueron las corrientes reformistas, frente a los fascismos de la época, las que mutaron hacia esta nueva forma de gobernanza. Se trata de un hecho histórico, no de una ocurrencia de quien escribe estas líneas. Por lo que se puede concluir, que quien califica al Estado social (y democrático) de «aberrante», lo hace por añoranza de aquellas formas oscuras de gobierno que dieron lugar a la Segunda Guerra Mundial, a la represión, al sindicato único, al control de los medios de comunicación y a la concentración del poder económico en manos de los líderes del partido único. Aunque también cabe la opción de que quien así piense, sencillamente, sólo sea un absoluto indocumentado.
Suscríbete para seguir leyendo
- Las redes arden con el debate de la peor provincia de Andalucía: 'Costa no tendremos, pero somos la provincia con más playas de interior...
- Dos 'influencers' enloquecen con el plato tradicional de un pueblo andaluz: 'No sabíamos ni que existía
- Un nuevo chiringuito desembarca en Málaga, en el paseo marítimo de La Misericordia
- Este es el pueblo andaluz a poco más de una hora de Málaga, reconocido por National Geographic como el que mejor vistas tiene del mundo
- El Centro de Internamiento de Menores de Málaga irá ubicado en la urbanización El Olivar, de Churriana
- El transporte público vuelve a ser gratis este verano en Málaga: cómo solicitarlo
- Esta es la taberna más famosa de toda Cádiz: más de 70 años de historia y platos desde 5 euros
- Juanma Moreno reta a Óscar Puente y se ofrece para hacer el tren litoral de Málaga: 'Si el Gobierno se siente incapacitado, que hable con nosotros