Opinión | Viento fresco

Málaga

Se acabó la fiesta pero nos va la marcha

Propagador de bulos o analista con olfato que ha canalizado el malestar: Alvise es la sorpresa y la noticia. Feijóo gana pero da como lastimilla: el gran líder del PP es Juanma Moreno

Alvise Pérez ha logrado representación en el Parlamento Europeo.

Alvise Pérez ha logrado representación en el Parlamento Europeo. / GERMÁN CABALLERO

Se acabó la fiesta pero nos va la marcha. Les va. Un nada despreciable porcentaje del electorado ha votado por la agrupación de Alvise, que para unos es un gurú y para otros un influencer no faltando quien lo tilda de majarón o de efímero líder. Importante bulista. Su realidad paralela se ha hecho realidad. Su visión de las cosas en la red se traslada ahora a una cámara de diputados. A la hora de redactar esta crónica está en la tele calificando de parásitos a los partidos políticos. Lanzando pullas a los medios de comunicación. En este país no eres nadie, nadie en política, si no te ciscas en los medios o los desprecias. Veremos.

Si se suma su porcentaje -el de Alvise- al de Vox (aunque calificar a Alvise de ultraderechista es quizas un poco simplista) nos sale en algunos territorios un porcentaje cercano al veinte por ciento. Un 17 en Andalucía. Mucha gente escorada, harta o extremista. Todo esto puede ser flor de un lustro o una tendencia por la cual los extremos, especialmente uno, crecen buscando la mayoría.

Malas noticias para el proyecto europeo, para un sistema que ha traído unos niveles de democracia y bienestar sin parangón. Ni el Erasmus ni las no fronteras ni los fondos para hacer carreteras han estado siempre ahí. Aunque los partidos que apoyan el modelo actual (liberales, socialdemócratas, socialistas y conservadores) continúan teniendo mayoría, el 60%, resulta muy preocupante el crecimiento ultra (también) en Austria, Francia y Alemania.

Y todavía hay gente que dice que esto no va con ellos, que no le interesa, que Europa está lejos. En Francia habrá elecciones anticipadas, con una Le Pen lanzada y un Macron en apuros. Y en Alemania pone los pelos de punta que la ultraderecha nacionalista y racista saque más votos que la socialdemocracia. Cómo hueles eso a años treinta. Confiemos en que haya mucho voto folclórico y de castigo, de cabreo y coñón y que no se repitan estos parámetros en elecciones generales en los países citados.

En cuanto al terruño, diremos claramente que, no pudiéndose extrapolar las elecciones europeas a Andalucía, es necesario extrolarlas. Nadie puede sustraerse a ese ejercicio. El PSOE andaluz no gana ni a la brisca. Otro golpetazo. Derrota del PSOE-A frente al PP-A mayor que la del socialismo a escala nacional. Brecha más grande. Las hostilidades contra Juan Espadas, que no tiene la culpa, no toda, y si me apuran, paradójicamente, él es el único con liderazgo (eso que se le reprocha no tener) en eses páramo que es el socialismo andaluz, que exhala un mensaje sin potencia, una oposición desnortada y unos caudillitos aferrados a las migajas.

El PP ha ganado a escala española. Sin duda. Pero no con autoridad. Ni como esperaba. El plebiscito se ha gripado, esto no es un resultado como para que Sánchez piense en medidas tajantes. El presidente del Gobierno ha pasado el trago y se reprograma para empezar ahora de verdad la legislatura.

Feijóo gana casi siempre pero siempre da la imagen de que no sabe manejarse en campaña y de que le sobran días. Ha sido muy torpe diseñar una campaña de todo o nada y de ganador.

Ahora vienen unos días de eso que los cursis llaman la batalla del relato. Lo que no es otra cosa que dar el coñazo con su interpretación. Cada uno con la suya. Como si el elector no pudiera sacar por sí mismo muchas conclusiones.

Feijóo ha de acostumbrarse a que tiene un competidor por la derecha que ha llegado para quedarse. Habrá de normalizar su relación con él o repudiarlo. Vive en un contigo ni sin ti.

Mientras, la izquierda más izquierda, fracturada. Lo bueno de esto es que a lo mejor ya no oímos a Irene Montero tanto: se va a Bruselas. Sí o sí.

La izquierda es especialista en fragmentación. Sumar no funciona y Podemos resiste. Sumar no es nada y sí una líder y un conjunto de periferias con una IU que sí tiene proyecto e infraestructuras y que debería replantearse qué hace en el yolandismo. Siendo paradójicamente Yolanda Díaz militante de IU, al menos en origen. Jornada electoral. Otra más para el cuerpo. Capacidad de sorpresa intacta.

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