Opinión | 360 grados
Sorprende a algunos que los más jóvenes voten a la extrema derecha
Los jóvenes alemanes de más de dieciséis años han podido votar por primera vez en las elecciones europeas, y su comportamiento ha sorprendido a muchos, sobre todo a los Verdes.
No podían sospechar muchos, sobre todo en la izquierda, que en lugar de interesarse por la ecología y el futuro del planeta, votaran a un partido euroescéptico y negacionista como Alternativa por Alemania.
¿Acaso no reconocen los jóvenes las ventajas que la Unión Europea les presenta: por ejemplo, la posibilidad de viajar por todo el continente y trabajar o estudiar gracias a las becas Erasmus en otros países?
Enseguida han intentado los analistas encontrar explicaciones: por ejemplo, el hecho de que muchos adolescentes tiendan a informarse sólo a través de las redes sociales, sobre todo Tik Tok.
Y señalan que precisamente, y a diferencia de los partidos tradicionales, la ultraderecha ha aprendido a moverse como pez en el agua en esas redes.
Y ése es un universo en el que es muchas veces difícil orientarse y en el que abundan las teorías conspirativas y la desinformación.
Puede haber algo de verdad en todo eso, pero el problema es mucho más complejo y tiene sobre todo que ver, en mi opinión, con la experiencia vital y sobre todo las expectativas de futuro de esos jóvenes.
Es una generación que sufrió, por ejemplo, la crisis del Covid-19 y los confinamientos decretados por el Gobierno para combatir la pandemia y que supusieron sobre todo para niños y adolescentes un enorme trauma.
Una generación que además, como la de otros países, es consciente de que no va a vivir mejor que la de sus padres, que teme no encontrar trabajo una vez acabada la escuela, la formación profesional o la universidad.
Y que ve además la guerra en un país próximo, una guerra que está todos los días en los noticieros y para la que la única respuesta no es la diplomacia y las negociaciones sino seguir armando al país agredido sin pensar demasiado en las consecuencias de la escalada.
Y en esto último tiene especial responsabilidad el Partido Verde, miembro del Gobierno tripartito del canciller socialdemócrata Olaf Scholz, y que hace tiempo sustituyó el verde de la naturaleza por el verde olivo militar.
Es paradójicamente la ultraderecha populista la que aboga por las negociaciones y la paz con Rusia. Sólo el nuevo partido de la ex miembro de Die Linke (la Izquierda) Sahra Wagenknecht ofrece una alternativa pacifista de izquierdas a Alternativa para Alemania, pero los medios han tratado, aunque sin éxito, de ponérselo difícil.
El principal motivo por el que Alternativa para Alemania aboga por negociar con Rusia es el convencimiento de que la desindustrialización es una de las consecuencias de la guerra indirecta de la OTAN con Rusia.
Y desindustrialización y pérdida de competitividad en un país tradicionalmente exportador significa más paro, algo que afectará sobre todo a esos jóvenes que han acudido por vez primera a votar.
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