Opinión | En corto

Otra razón para gozar de la vida

Leo que Jacob Hanna, investigador palestino en una universidad pública israelí, avanza en su camino para llegar a fabricar fetos humanos. Aunque asegura que no pasarían de ese estado y servirían solo para curar enfermedades, es obvio que son pasos -los acabe dando él u otro- hacia la vida artificial. ¿Deben darnos miedo estos «avances» biológicos o los computacionales de la I.A.? Si cada vida real termina como termina cualquier otro miedo es llevadero. Ahora bien, debemos asumir que las cosas se nos han ido hace ya mucho de las manos, sin que exista autoridad alguna para reconducirlas, ni tampoco la menor razón para el optimismo, pues no habiendo en cambio ningún progreso práctico en el campo de la ética y el humanismo, el mal uso de cualquier invento está asegurado. Así que gocemos más de la vida que conocemos, por si formáramos parte de la última remesa fabricada para poder hacerlo.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents