Opinión | Málaga de un vistazo

Refresquemos nuestras existencias

Turistas en el Centro de Málaga.

Turistas en el Centro de Málaga. / Álex Zea

Deambulo como observador azorado por un Centro de Málaga atestado de turistas, viajeros y transeúntes. Un ir y venir de una concurrencia variopinta; un trasiego de miradas que quedan reflejadas en los muros de los monumentos, en las fachadas de los museos, en las torres de las iglesias; en unas vías donde el gentío se convierte en un caleidoscopio colorido con matices de asombro, como el mío. Me siento más espectador que nunca de una ciudad conquistada. Ante esa turbación, me detengo en un semáforo. Una pareja vernácula comenta junto a mí: «¡Has visto la cantidad de gente! ¡Con la calor que hace!». Las calles han sido siempre un aula magna donde los comentarios de los paseantes se convierten en sorprendentes actividades formativas lingüísticas. Se habrán percatado de ese uso femenino del sustantivo calor que le ha dado la señora a la glosa. Su empleo era propio en el español medieval; sin embargo, actualmente para la RAE es erróneo y arcaizante en la «lengua culta», ello demuestra el destino del alma peregrina de las palabras. Las expresiones siguen siendo viajeras, van alterando su práctica a través del tiempo: lo que en el pretérito era usual y adecuado hoy se percibe como anacrónico. El nombre calor tenía un doble género como el/la azúcar o el/la mar y tras su periplo terrenal se ha masculinizado aunque se siga diciendo en Andalucía incluso entre los hablantes doctos, para muchos emisores el femenino posee una representación de «calor intenso». De esa ardentía nos advierten desde la Aemet, tras la actualización de su pronóstico para los próximos tres meses en la provincia: este verano será uno de los más cálidos de la historia. Ante este anuncio, refresquemos nuestras existencias.

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