Opinión | En corto

Dos colosos y el coloso (síntesis de su relato)

Pidal y El Cainejo comen algo a las 8, hace hoy 120 años, junto a una fuente cerca del «coloso» (llaman así al Naranjo de Bulnes). Desde allí lo estudian con prismáticos, elijen una de las grietas verticales de la cara Norte y programan el ascenso: a la grieta y luego por la grieta, resume Pidal. Primero trepa y explora El Cainejo. Luego avanzan los dos en horizontal desde el Este, hasta un punto con dos llambrias delante, antes de la grieta. Allí dejan todo, salvo la cuerda. El Cainejo sube descalzo, Pidal con alpargatas, atados por la cintura con la cuerda. El Cainejo va abriendo ruta, pero cuando no llega al agarre Pidal lo sube a su hombro, su cabeza o su puño. Así superan el punto más difícil. Cuando el largo y estrecho embudo se va abriendo, les invade «el instinto del triunfo», hasta pisar cumbre. Son las 13:15. Antes de bajar forman unas pirámides de piedras para constancia.

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