Opinión | Tribuna
Pedro Peña
Transformar Málaga en una metrópoli del siglo XXI
La buena gestión del espacio urbano requiere previsión, planificación e inversión. Una aproximación multidimensional ayudará a crear un lugar único y abierto a una escala humana

Una vista aérea del Centro de Málaga capital. / L.O.
Con más de 300 días de sol al año y temperaturas suaves, Málaga se sitúa en un litoral donde el invierno no existe. La región es un destino turístico atractivo desde mediados del siglo pasado y su capital ha experimentado un fuerte desarrollo urbanístico, en particular durante las últimas dos décadas. Hemos asistido a la peatonalización de su centro histórico o a la creación de numerosas infraestructuras para eventos culturales; tanto los residentes como los turistas se benefician de espacios públicos, parques, zonas comerciales o de la presencia de museos de renombre, como el Centro Pompidou inaugurado en 2015 o el Museo Picasso en 2003.
Teniendo en cuenta la metamorfosis experimentada, se podría decir que además de ser una capital cultural, Málaga es un emplazamiento para disfrutar de un clima suave y del buen carácter andaluz. Ofrece una calidad de vida excepcional, pero también es un centro de negocios con un emplazamiento estratégico. El acceso directo al Mediterráneo atrae el comercio y tiene uno de los aeropuertos más importantes de España. Al mismo tiempo, el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) es una clara apuesta por la transformación digital que impulsa la inversión extranjera y el desarrollo económico. No se habla de la «Silicon Valley del Mediterráneo andaluz» en vano. Con respecto a su desarrollo urbanístico reciente, Málaga cuenta con un recorrido envidiable, ¿pero es posible impulsar una continuación equilibrada que beneficie por igual a los ciudadanos, a los visitantes y a los negocios?
Desde las disciplinas de la arquitectura y el urbanismo siempre se ha teorizado sobre la ciudad ideal. No es mi objetivo, ni mucho menos, la búsqueda de la ciudad ideal hiper-planificada. Sin embargo y, desde mi punto de vista, un enfoque holístico enfatizando el gran potencial de la ciudad y región malagueña ayudaría a desarrollar todos los aspectos necesarios para llevar a Málaga a otro nivel y así consolidarla como una metrópoli de referencia del siglo XXI.
Cuidar los espacios libres y poner en valor el paisaje
Los espacios públicos como los parques, las plazas o las zonas verdes son lugares de encuentro; sirven para pasear, jugar, hacer deporte, etc. pero también para celebrar eventos culturales, exposiciones, ferias y otros eventos. Visualmente, son un elemento vital del paisaje urbano y está comprobado que ayudan a fomentar la convivencia, la integración social y la identidad cultural. En este sentido, los espacios públicos de calidad actúan como puntos de encuentro y fomentan la interacción entre ciudadanos.
Valencia lo supo ver con el Jardín de Turia, hoy el mayor parque urbano de España. A pesar de no tener la misma anchura, el cauce del río Guadalmedina en Málaga ofrece una oportunidad para crear un espacio verde que, bien diseñado, podría ser una conquista peatonal que una los diferentes barrios y sirva de pulmón para la ciudad. Obviamente, soy consciente que la ciudad lleva decenios proponiendo proyectos para el Guadalmedina, pero quizás ha llegado el momento de tomarlo lo suficientemente en serio, teniendo en cuenta los aspectos técnicos y fluviales, así como la biodiversidad y la urbanística. En este contexto, un concurso internacional pluridisciplinar podría ser una oportunidad para generar un espacio nuevo, innovador y de referencia para la arquitectura del paisaje a nivel mundial.
Infraestructuras urbanas humanas
En paralelo, sería importante asegurar la movilidad urbana mediante una infraestructura de transporte (transporte público, carriles bici, etc.) que mejore la accesibilidad y reduzca la contaminación: poder llegar a toda la región de la Costa del Sol en transporte público con facilidad es una de las asignaturas pendientes de Málaga para ser referente europeo. También se trata de conseguir una proximidad entre las zonas residenciales y las nuevas áreas de oficinas para acortar los desplazamientos; una buena planificación incentivará la movilidad no mecanizada (a pie o en bicicleta) en el sentido que expone el urbanista Carlos Moreno en su libro ‘La revolución de la proximidad’, donde aboga por traslados que no duren más de un cuarto de hora. Es un concepto que ayudaría a reducir la contaminación y a crear espacio (p. ej., la reducción de necesidad de aparcamientos).
Málaga como polo de atracción para la inversión empresarial
Una de las consecuencias de ser un referente en cuanto a la atracción de empresas de tecnología e innovación es la precariedad de viviendas; en las zonas de rápido crecimiento económico los precios suelen dispararse y desafortunadamente Málaga no se escapa de esta dinámica, agravado esto además por la masificación turística, triste protagonista en los medios de comunicación últimamente.
Si bien es importante enfocar este reto para garantizar una vivienda accesible, sería un error concentrarse sólo en este aspecto sin tener en cuenta los espacios de trabajo. En este contexto, la rehabilitación de estructuras y/o terrenos existentes en desuso, como p. ej. el edificio del antiguo Gobierno Militar donde ahora se ubica Google, ayuda a preservar el entorno natural y a contener la expansión de áreas urbanas. No obstante, revitalizar espacios existentes es un enfoque que suele necesitar recursos considerables por parte de la empresa.
Otra opción sería promover el «coworking», una solución que responde plenamente a las necesidades de las empresas emergentes extranjeras presentes en Málaga. Un estudio de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC) demuestra que los espacios de cohabitación laboral reducen los costes de las empresas y ofrecen flexibilidad a los empleados. La promoción de un amplio parque de oficinas de coworking ayudaría a optimizar la gestión del espacio urbano malagueño. Todo ello sustentado por incentivos fiscales que beneficien la implantación de nuevas empresas. Málaga debería examinar de cerca su parque arquitectónico dedicado a las oficinas y reinventarlo. Aquí entiendo que existe un gran potencial de innovación, no solo de oferta sino incluso de tipologías y estrategias de construcción beneficiadas por su clima único.
Abrir horizontes
Como polo de atracción para empresas relacionadas con el desarrollo tecnológico, Málaga es hoy un centro regional de I&D. Podría servir de punto de partida para una experiencia declinable: la creación de nuevos campus en otras áreas ayudaría a abrir horizontes y atraería desarrollos innovadores en el ámbito del urbanismo y del paisaje. En este sentido, Málaga podría continuar su foco ya iniciado en la agricultura, un sector de gran importancia para todo el litoral. Aprovecharía la situación geográfica/estratégica para ampliar perspectivas, no solo como ciudad/provincia, sino como punto de conexión de una zona que se extiende desde Huelva hasta Valencia como una red viva que ofrece oportunidades para el desarrollo metropolitano del litoral español.
Servicios para una población creciente y exigente
El incremento poblacional propiciado por la llegada de nuevas empresas tecnológicas significa forzosamente la necesidad de dar servicios de calidad a esos nuevos ‘malagueños’. Harán falta nuevos equipamientos educativos, culturales y sanitarios. Esto es toda una oportunidad para Málaga para poder mostrarse al mundo como un enclave capaz de ofrecer unos servicios de vanguardia y máxima calidad unidos a una arquitectura que impacte en el usuario tanto por su belleza como por su funcionalidad.
Conclusión
La buena gestión del espacio urbano requiere previsión, planificación e inversión. Una aproximación multidimensional ayudará a crear un lugar único y abierto a una escala humana: una ciudad donde los intereses económicos, sociales y ambientales confluyan en un entorno funcional y estético que, a su vez, deje huella en la memoria de sus habitantes y visitantes. Además de crear vínculos afectivos con el entorno (topofilia), la puesta en valor del paisaje unido a equipamientos culturales y públicos de calidad sienta las bases para un desarrollo urbano realmente perdurable. Y a mi entender la arquitectura juega un papel esencial. Málaga tiene ahora la oportunidad de asegurar la continuación de su recorrido y convertirse en referente del crecimiento urbanístico y de una nueva arquitectura humana con carácter global en Andalucía, España y Europa.
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