Opinión | Tribuna
¡Guárdate de los idus de marzo!

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a Juan Lobato en un acto electoral. / l.o.
A Julio César le dijeron que se guardara de los idus de marzo. Justo en ellos, los suyos lo apuñalaron y lo dejaron como un colador. El ambiente precongresual del PSOE no es mucho más pacífico que un encontronazo en un callejón oscuro. Aunque en los discursos desde el estrado todo sean sonrisas y aplausos, los pasillos del congreso federal en Sevilla estarán cargados de cabildeo con maldad y cuchillos largos.
Juan Espadas sigue como el pato cojo. En Andalucía, el PSOE está en coma, y el sucesor de Susana Díaz apenas logra sostenerse. Su mantra constante de que cuenta con el apoyo de Sánchez no es más que una forma de encubrir su fragilidad interna. Si necesitas repetirlo, es que probablemente no te lo creas. Y mientras tanto, la que parecía su gran alternativa, María Jesús Montero, se ve salpicada por el manguerazo de heces que está lanzando Aldama.
Desacreditado
Además, Espadas ve cómo su frágil liderazgo se ha visto un poco más maltrecho después de haberse visto desacreditado por Ferraz. Susana Díaz se quedó fuera de la selección de representantes del PSOE-A y ha tenido que ser Pedro Sánchez quien le hiciera un hueco. Espadas debería darse cuenta de que no hay nada peor que un rival con ganas de fiesta. Sobre todo porque hay quien daba por muerta a Susana Díaz, pero no contaban con que a ella sólo le hace falta que le toquen las palmas. Todavía recuerdo aquella bajada triunfal por las escaleras de Fibes en el acto de celebración de los 40 años de la victoria de Felipe. Esperó hasta el último minuto y llegó triunfal hasta las primeras filas.
Con este panorama, Pedro Sánchez llega a Sevilla con el control omnímodo de un partido resquebrajado en las federaciones. A su lado, Santos Cerdán, un secretario de Organización con muchos frentes abiertos. Mantenerlo en su puesto equivale a cargar con las sospechas de las corruptelas que lo rodean; quitarlo sería reconocer públicamente que el fango ha llegado hasta la cúpula del partido. Cerdán es un símbolo de lo incómodo, un elemento que Sánchez no puede manejar sin abrasarse.
El congreso del PSOE tiene tintes funerarios. A pesar de los vítores en el plenario y los aplausos controlados, las conversaciones en los pasillos y las cervecitas informales destilan tensión. Fuera del foco, los movimientos internos del partido constatan una lucha de difícil solución. El ambiente recuerda a los idus de marzo: risas por fuera, puñales por dentro.
Cuídate de los idus de marzo, cuídate de los días de buenaventura porque en ellos es cuando caen las grandes figuras. En Sevilla, el PSOE se mirará al espejo y se verá enfrentado a una actualidad complicada. La corrupción asedia al número uno.
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