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Opinión | En corto

La coronación de Notre Dame

220 años y 5 días antes, el golpista Napoleón había sido coronado allí Emperador. Al lado del pequeño y gigantesco corso, creador del Estado moderno y sus leyes civiles, Trump era anteayer un enano inflado y henchido, pero así es la historia cuando repite como eructo. Con todo, consciente del empaque ritual, se mostró gestualmente generoso con quienes ahora lo veneraban, aunque sobreactuando, como trabado por el manto virtual de armiño. Macron, zaherido por el mundo vulgar de los políticos de su patria, trataba de elevar algo su talla para ponerse a la altura, sin lograr pese a ello ninguna simetría escénica. Pero la apabullante envolvente de Notre Dame, depósito de historias de grandeur y bella como nunca, le hizo pensar que tal vez estaría armando un inesperado pacto. Ningún representante de España, antaño enemiga de ambas potencias y hoy miope, fue testigo directo de la ceremonia.

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