Opinión | Viento fresco

María Jesús Montero hereda el muerto

La novedad siempre impulsa: el PSOE andaluz sufre un empujón. No es mala cosa: estaba heridito y casi muerto

Pedro Sánchez,  junto a María Jesús Montero, en la  reunión de la nueva Ejecutiva del PSOE aprobada en el 41º Congreso Federal de noviembre.

Pedro Sánchez, junto a María Jesús Montero, en la reunión de la nueva Ejecutiva del PSOE aprobada en el 41º Congreso Federal de noviembre. / José Luis Roca (El Periódico)

A Pedro Sánchez algunos de su partido lo acusan de injerencias. Lo critican por ejercer su trabajo: secretario general del PSOE. Diseñó la operación Illa, para el siempre autoproclamado autónomo y soberano PSC, que se calló y asumió el dedazo. El éxito ha sido rotundo y los socialistas gobiernan Cataluña. Ahora Sánchez pone en marcha la operación Morant (Valencia), la operación Alegría (Aragón) la operación anti Tudanca (Castilla y León) y la operación Andalucía (María Jesús Montero). Dicen que hace un PSOE a su medida, como si Zapatero o González o Almunia o Rubalcaba u otros, o Feijóo, hiciera nun partido a medida de otro. O del adversario.

A Juan Espadas se lo ha cargado su escaso tirón electoral-mediático; las huestes del susanismo (¿un tercio del partido?) que nunca han creído en él; la propia fuerza del PP andaluz y de Juanma Moreno, que controlan todos los resortes, o casi todos, y el propio péndulo sociológico (al PSOE le quedan años de oposición y la luna de miel de Moreno con Andalucía, como todas las lunas de miel acabará, aunque más tarde que pronto). El PSOE andaluz no se renueva: cambia de cartel.

El talón de aquiles (y el talón bancario que puede dar a Cataluña) de María Jesús Montero, es ser la ministra -Hacienda- que otorgue privilegios a Cataluña pero esa necesidad puede ser virtud: es una andaluza en el Gobierno la única que puede evitar que Andalucía salga (muy) perjudicada. Montero acumula más poder que el Guerra: es la segunda del partido y la segunda del Gobierno. Ahora controlará Andalucía. Pues a lo mejor lo que deseaba es sustituir a Sánchez no a Espadas. Quizás es que, de paso, Sánchez no quiere delfines. O ya ha decidido que es Óscar Puente. La novedad siempre impulsa: el PSOE andaluz sufre un empujón. No es mala cosa: estaba heridito y casi muerto. Ahora asistiremos al espectáculo, lógico, humano y previsible de la conversión de tantos y tantos espadistas de provincias en monteristas con pedigrí, apóstoles del ‘te lo dije’, antiespadistas de siempre, apresurados a la recolocación y renovadores de toda la vida. La vida.  

Tracking Pixel Contents