Opinión | Arte-fastos
Regalos (navideños) con mucho arte
Finalizadas las celebraciones navideñas, resulta gratificante comprobar cómo para un segmento de población cada vez mayor –y no necesariamente en edad- regalar arte se consolida como una alternativa en alza, frente a las opciones habituales (moda, perfumería, electrónica…). Este auge ha surgido o, mejor aún, ha sido promovido, claro está, por los galeristas -siempre dispuestos a reactivar un mercado en horas bajas-, pero también por organizaciones públicas y privadas que incluyen la venta de arte entre sus actividades festivas o culturales. De resultas, florecen mercadillos navideños, asociaciones pías o iniciativas solidarias que ofrecen estos productos en una mezcolanza alegre y multicolor, mediante un reclamo comercial de gran éxito en los últimos años, arte a buen precio, donde el tope económico, por norma general, no supera los 100 o 150 euros la pieza.
Es cierto que este precio irrisorio implica formatos pequeños, o, a veces, saldos de épocas anteriores o estilos menos reconocibles; pero también hay que subrayar que la mayor parte de los artistas, en un alarde de honestidad, participan con obra reciente e incluso hecha ex profeso para estos eventos, sin menoscabo de su calidad. De ahí la alegría de un matrimonio madrileño al descubrir, mientras examinábamos los estantes navideños de una galería costera, una estampa preciosa por menos de 100 euros, firmada por la pintora, dibujante, fotógrafa en sus inicios, maestra grabadora y prometedora ceramista Ana Matías (Madrid, 1965). Según me dijeron, poseían varias piezas suyas; conocían sus diversas facetas artísticas; su prestigioso currículum; su residencia en Marbella desde 1993; su taller de grabado Con Tinta Roja; e incluso la publicación de su libro La Mala Fama (2008), recopilatorio de polaroids de la Movida madrileña.
Pero lo que realmente les entusiasmó fue la excepcionalidad del hallazgo: un aguafuerte y aguatinta, de medidas 40 x 19 cm., fechado en 2020, edición de 50 ejemplares y titulado Salta conmigo. En tonalidad sepia, una mujer joven (diríamos que casi adolescente), de cuerpo entero, estilizada y sonriente, queda suspendida en el aire junto con el duplicado de su imagen, a la derecha, cual exacto aunque pálido reflejo de sí misma. La singularidad de la pieza radica en que la protagonista ya aparecía en otra obra homónima, de igual técnica pero mayor tamaño (65 x 80 cm.), exhibida en Estampa (2015) y compuesta por cuatro muchachas sorprendidas en pleno salto (en realidad es la misma chica en cuatro poses diferentes). Al ser esta figura la más dinámica y expresiva del grupo, se comprende que Ana Matías decidiera individualizarla, para dicha de sus coleccionistas y de todo admirador del buen arte. Naturalmente, el matrimonio madrileño adquirió la obra sin dudarlo. Como un regalo de Reyes por anticipado.
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