Opinión | La vida moderna merma

Temporánea y el turismo bien entendido

El turismo, cuando se gestiona y se entiende correctamente, es una fuerza positiva y enriquecedora para Málaga. Depende de nosotros, como sociedad, asegurarnos de que así sea, ofreciendo lo mejor de nuestra cultura y patrimonio

Imagen de una postal de turismo de los años 60

Imagen de una postal de turismo de los años 60 / L. O.

Para algunas personas, Málaga -tierra bendita del sur a la orilla de la mar-, ha cometido el imperdonable pecado de ser atractiva. Nuestra ciudad, con su clima envidiable, su formato fácil y su gente acogedora, se ha convertido en el blanco de ciertos sectores que, con una mano en la frente y la otra agitando una pancarta, culpan al turismo de todos nuestros males. Es como si, de repente, la llegada de visitantes fuera una novedad y no una realidad tan malagueña como el caldillo de Pintarroja -que se está perdiendo por cierto y es una pena-.

Es cierto que el turismo masivo puede traer desafíos, como el aumento de los precios de alquiler y la saturación de ciertas áreas. En junio de 2024, cientos de malagueños se manifestaron contra la masificación turística, señalando problemas como la escasez de vivienda y la expulsión de residentes del centro histórico. Además, en enero de 2025, Málaga implementó nuevas regulaciones para limitar las viviendas turísticas en 43 barrios donde estas superaban el 8% del total de viviendas, buscando proteger el acceso a los residentes locales.

Sin embargo, es innegable que el turismo ha sido una fuente vital de ingresos para nuestra ciudad. El pasado año, España alcanzó un récord histórico de 94 millones de turistas extranjeros, con un gasto total de 126.000 millones de euros, lo que impulsó la economía y el empleo en todo el país. Málaga, como destino destacado, se benefició, como es natural, de esta afluencia masiva.

Pero, claro, si estás en el lado de los que no mandan siempre será más fácil señalar con el dedo acusador que reconocer los beneficios de esta realidad. Gracias a los turistas, nuestra economía florece, se crean empleos y zonas antes olvidadas de la ciudad han resurgido con nueva vida. Sin ellos, ¿qué sería de los principales monumentos de la ciudad? ¿Quién pagarían su mantenimiento y conservación? ¿El de la pancarta?

Obviamente no sugiero que debamos aceptar todo sin más. Es esencial gestionar el turismo de manera sostenible y equilibrada, asegurando que los beneficios se distribuyan equitativamente y que se minimicen los impactos negativos en la ciudad. Esto incluye la implementación de políticas que regulen el alojamiento turístico y promuevan prácticas responsables tanto para visitantes como para residentes.

Sin embargo, también deberíamos reflexionar -si fuera posible- sobre nuestra propia responsabilidad en la experiencia turística que ofrecemos. Si llenamos el centro de negocios que parecen más propios de Benidorm que de una ciudad como la nuestra, ¿de quién es la culpa? ¿Del turista que los frecuenta o del malagueño que los monta?

Afortunadamente, hay ejemplos que nos muestran el camino correcto. «Temporánea», una tienda preciosísima ubicada en la calle Salinas, es un claro ejemplo de cómo ofrecer productos de calidad que reflejan la esencia de Málaga. Imaginada y creada por Esther -una mujer encantadora-, esta tienda se especializa en souvenirs y objetos culturales diseñados y fabricados localmente, alejándose de los típicos recuerdos producidos en masa. Su enfoque en la artesanía local y el diseño auténtico no solo atrae a los turistas, sino que también ha conquistado al público local, demostrando que es posible ofrecer una experiencia enriquecedora y genuina.

Vista interior de Temporánea, en la calle Salinas.

Vista interior de Temporánea, en la calle Salinas. / L.O.

Solamente pasar por la puerta de la tienda es respirar algo bueno que se cuece en su interior. Cosas frescas, de calidad, pensando en los materiales, en los que los diseñan y también -seguro estoy de ello- en dignificar nuestra tierra con los recuerdos con los que miles de personas regresarán a casa. Quizá cualquiera de los dueños de las tiendas de souvenirs del centro donde venden un imán de una paella que debajo pone Costa del Sol y un lápiz muy grande que puede poner Segovia o Málaga siendo la misma cosa, vive muchísimo más feliz y tranquilo. Y probablemente sus márgenes sean mucho mayores porque entre comprar en China o producir íntegramente aquí, el tema cambia bastante. Pero… ¿cuál de los dos ayuda más a que Málaga sea un lugar mejor? Lo digo yo: Esther de Temporánea.

En lugar de demonizar al turismo, deberíamos centrarnos en cómo podemos mejorar y enriquecer la experiencia tanto para los visitantes como para los residentes. Esto implica apoyar y promover negocios que valoren la autenticidad y la calidad, y que contribuyan al desarrollo sostenible de nuestra ciudad.

Lo más cómodo del mundo siempre será culpabilizar a los demás de todo lo que pase malo a tu alrededor, pero…. ¿tú te has visto, criatura? ¿Te has parado a pensar qué haces para corregir el problema? Y la realidad es que la mayoría no hace nada. Vivimos en una sociedad donde hay personas que rajan sobre los turistas y la pérdida de viviendas para los locales pero en su móvil tienen 14 reservas de Airbnb de media Europa para los próximos meses, donde se alojarán en pisos y casas en los que anteriormente vivían familias.

Por eso, lo que toca hoy es celebrar que hay vida más allá de la incoherencia y hay personas valientes y decididas a ofrecer calidad a quien acuda a su negocio sea de La Cruz de Humilladero o Massachussets. Y eso es lo que hace Temporánea como también lo hace Mapas y Compañía ofreciendo cosas hermosísimas para todo aquel que se acerque, Tejeros diseñando cajitas con artistas locales, la señora que hace cuadernos en calle Cristo de la Epidemia en Edita&Libreta, o los muchos negocios de hostelería que se resisten a caer en la tentadora y rentable versión de negocio de la quinta gama para guiris.

Hay vida más allá de la gente cutre. Y el ejemplo de Esther es extraordinario para entenderlo y celebrar que en Málaga hay siempre brotes verdes.

Yo les invito a que pasen por Temporánea y descubran y compren tantísimas cosas bonitas que cuidan con un detalle propio de quienes quieren hacer negocio, pero también hacer ciudad.

El turismo, cuando se gestiona y se entiende correctamente, es una fuerza positiva y enriquecedora para Málaga. Depende de nosotros, como sociedad, asegurarnos de que así sea, ofreciendo lo mejor de nuestra cultura y patrimonio, y acogiendo a los visitantes con los brazos abiertos, tal como lo hemos hecho a lo largo de nuestra historia en la muy hospitalaria y siempre denodada ciudad del paraíso. Venga ya hombre con las penas… que estáis ya vistísimas todas con la turismofobia.

Viva Málaga.

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