Opinión | Arte-fastos
Sobre carteles y posibles trifulcas
Este acto constituye uno de los hitos en el calendario cofrade, y ello se debe a que el cartel se ofrece como desvelamiento, como epifanía gráfica de unos días festivo-religiosos muy esperados

Cartel de la Semana Santa de Archidona 2025, de Pilar Cárdenas. / J.M.S.
El pasado 1 de febrero asistí a la presentación oficial del cartel de la Semana Santa de Archidona, celebrada en la iglesia de la Victoria con presencia de miembros de la Corporación municipal, de la Diputación malagueña e incluso de la Junta de Andalucía. Sin duda, este acto constituye uno de los hitos en el calendario cofrade (otro es la lectura del pregón), y ello se debe a que el cartel se ofrece como desvelamiento, como epifanía gráfica de unos días festivo-religiosos muy esperados. Pero, por otra parte, a nadie se le escapa que la expectación que levanta proviene del resultado final, a expensas de la completa subjetividad del artista, obligado a un ejercicio de concreción plástica en torno a los Sagrados Titulares, fundamento del culto o la devoción popular.
Salvo casos aislados, donde el artista, en su libertad creativa, introduce variaciones morfológicas que distorsionan la ideología sacral (con la consiguiente trifulca mediática), lo habitual es el respeto a la doctrina, es decir, un realismo descriptivo y narrativo donde la comprensibilidad es requisito imprescindible en aras del diálogo íntimo con el devoto o admirativo del simple espectador. Esta fórmula ha permanecido invariable durante décadas y sigue vigente este año, cuando ya se han presentado los carteles de las capitales andaluzas (salvo Sevilla, que lo hará el 22 de febrero). Según hemos comprobado, persisten los estilemas preceptivos de una tipología que, al margen de la composición, remite a un concepto claramente pictoricista: verdaderos cuadros reconvertidos en preciosos carteles, imágenes parlantes de máxima expresividad y eficacia comunicativa (tal era la misión de la imaginería procesional barroca).
Realismo
Pero este realismo consecuente, esta retórica de la verosimilitud, conlleva el abandono de una praxis basada en una síntesis constructiva, de corte geométrico, con predominio de tintas planas que articulan figuras y fondos, líneas y volúmenes; estilo que en Málaga ejercieron con maestría Luis Bono, León Astruc o Ramos Rosas. Y es el mismo estilo que hemos visto, renovado, en el cartel de la Semana Santa archidonesa cuya autora es Pilar Cárdenas, natural de esa localidad aunque residente en Fuengirola. Su trayectoria viene avalada por importantes logros (Semana Santa de Málaga, 1974; Corpus Christi de Granada, 1974; Feria y Fiestas de Ceuta, 1976; Fiestas del Carmen de Torremolinos, 1993; etc.), si bien su mayor virtud consiste, en nuestra opinión, en su fina intuición para extraer ideas o símbolos con una depurada economía de medios, ya sean cromáticos o compositivos. Sólo así se explica que la imagen de Nuestro Padre Jesús Preso (objeto de su cartel) no necesite mostrar el rostro ni el cuerpo entero para despertar emociones personales o vínculos ecuménicos; sin dejar de ser, por supuesto, un esplendoroso anuncio de la semana de Pasión.
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