Málaga Acoge: 35 años de protesta, propuesta y apuesta por los derechos humanos

Este 2025, Málaga Acoge celebra su 35 aniversario, una fecha que invita a la reflexión sobre la importancia de la solidaridad, la inclusión y la lucha constante por los derechos de las personas más vulnerables. A través de testimonios de personas voluntarias que forman parte de su historia podemos entender el verdadero alcance de la labor de la entidad y el impacto que ha tenido en nuestra provincia.

Málaga Acoge es «un espacio vital, una casa sin puertas, habitada por miles de historias», describe Carmen Espeja, profesora de los cursos de español. Estas palabras reflejan lo que ha significado la asociación para muchos y muchas: «un refugio, un punto de encuentro, un lugar donde las vidas se entrelazan y las miradas se cruzan». Acoger para Málaga Acoge no es sólo un verbo; es una acción constante y profunda. Es más que abrir las puertas de una casa, es «ofrecer un corazón dispuesto a entender, a apoyar y a acompañar en el viaje de aquellos que llegan en busca de un nuevo hogar».

A lo largo de estas tres décadas y media la asociación ha tratando de dar respuestas a las necesidades de quienes han llegado a nuestra ciudad desde diferentes rincones del mundo, con el mismo propósito: que nadie se quede atrás, que todas las personas -vengan de donde vengan- tengan los mismos derechos. La que fuera presidenta de Málaga Acoge, Adela Jiménez, también reflexiona sobre el significado de estos 35 años. Para ella, la entidad ha sido «un revulsivo contra todo odio y toda xenofobia». Destaca dos momentos clave: el cierre del CIE de Capuchinos en Málaga, tras una dura lucha junto a otras asociaciones contra el trato inhumano hacia las personas migrantes, y las visitas a los pisos de acogida de jóvenes extutelados que acompañamos, donde pudo ver de cerca el esfuerzo y el deseo de muchos por rehacer sus vidas. Estos momentos reflejan la dualidad del trabajo de Málaga Acoge: la lucha contra las injusticias estructurales y el acompañamiento cercano a aquellos que, día a día, intentan superar barreras, sociales y personales.

Para Consuelo García, Málaga Acoge fue «un antes y un después» en su vida. Su contacto con la asociación, enseñando español, le hizo descubrir la realidad de las migraciones de una manera cercana, más allá de la teoría. Puso rostros, nombres y se comprometió con la defensa de los derechos humanos. «La otra gran aportación de Málaga Acoge», nos cuenta, «es la calidad de las relaciones humanas que se forjan dentro de ella». Según siente esta voluntaria, esta red de apoyo no solo beneficia a quienes buscan una oportunidad, sino también a las propias personas voluntarias, que aprenden y crecen junto a ellas.

El voluntariado es el alma de Málaga Acoge: José Rojo, voluntario que ha estado vinculado a la entidad desde sus inicios en Antequera, recuerda cómo los primeros pasos fueron difíciles, con pocos recursos y muchas ganas: «Nos entregamos con muchísimo entusiasmo para que Málaga Acoge saliera adelante», comenta. Y, de hecho, esa entrega sigue vigente hoy en día.

Gabriel Ruiz, quien también fue voluntario en los años 90, destaca cómo en ese entonces apenas ninguna organización social trabajaba con la población migrante, y cómo Málaga Acoge fue pionera en ese campo: «35 años han dado para mucho», valora, refiriéndose a los momentos de crisis, pero también destacando los avances conseguidos a lo largo del tiempo. La entidad ha estado presente en cada etapa de la migración en Málaga, ya sea defendiendo derechos, protestando por injusticias o luchando por un cambio legislativo.

Rafael Narbona, voluntario durante tres décadas en Fuengirola, también comparte su experiencia, destacando que «lo ideal es que no hiciera falta Málaga Acoge». Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario: aunque se ha avanzado mucho, nuestro trabajo sigue siendo necesario. Rafael Molina, por su parte, subraya la satisfacción personal que ha experimentado al apoyar a personas a acceder a la educación y al empleo: «Vi personas que llegaban muy mal, y pudimos ayudarles. Algunos llegaron a la Universidad, crearon familias y salieron de situaciones muy difíciles», cuenta con orgullo y emoción este antiguo voluntario en el equipo de empleo.

Los esfuerzos de las personas que han formado parte de Málaga Acoge no sólo han beneficiado a quienes han llegado, sino que también ha transformado la sociedad misma. Así lo piensa Luis Pernía, presidente de la Plataforma de Solidaridad con los y las Inmigrantes de Málaga, que agradece a nuestra asociación su compromiso y haber contribuido a construir una Málaga «más justa e inclusiva».

Para Fátima Zhora, vicepresidenta de la asociación, Málaga acoge es la voz de muchas realidades, es la fachada de muchas historias, y son las manos que acogen a miles de luchas de todo un mundo. Es el abrazo, el frente y la firma de 35 años de una sociedad desprotegida del sistema».

A lo largo de los años, hemos apostado por ser un referente en la lucha por los derechos humanos y por crear un espacio donde la solidaridad, el respeto y la igualdad de derechos sean la norma.

En este 35 aniversario, la reflexión es clara: a pesar de los avances, la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas que viven en Málaga está lejos de conseguirse. Más aún, en estos 35 años hemos visto cómo, lejos de desaparecer, la pobreza y la exclusión se han asentado en nuestra sociedad, afectando a miles de personas para las cuales cuestiones fundamentales como la vivienda, el empleo o la mera subsistencia son una lucha y un desafío diario. Málaga Acoge, con su voluntariado y su comunidad, quiere recordar que acoger no es solo abrir una puerta; es abrir el corazón, es colaborar juntas por un futuro más humano y solidario.

En estos tiempos de incertidumbre, de retroceso en las conquistas sociales, de auge de los discursos de odio y miedo, nuestra asociación quiere ser un ejemplo de lo que puede lograr la solidaridad, el trabajo conjunto y el respeto por la dignidad de todas las personas.

Seguiremos luchando, día tras día, por una sociedad más justa para todas y todos.