Opinión | Viento fresco

Nuevo orden mundial: el de los carajotes

Si el pobre Papa casca, se va un tipo cabal y nos deja un orden mundial plagado de dirigentes malotes, chirlachones y perniciosos. Un poco asesinos algunos, también, oye

Papa Francisco junto a Meloni.

Papa Francisco junto a Meloni. / agencias

Hay un Papa que está malo y un mundo en ascuas. Un orbe conteniendo la respiración y el propio Papa rezando por Ucrania, Gaza, nuestro devenir, la guerra y Trump. Francisco es sabio y sabe que se va. Bueno, tampoco hay que ser muy perspicaz, docto, infalible o futurólogo. Pero, además, sabe que nos deja un mundo estropeado, cavernoso, en manos de fantoches y pleno de guerras. No sabemos si esto huele a 1914, a 1936 o a 1939. Las potencias se reparten los territorios, orgasman pensando en sus recursos naturales y minas y Trump recrimina a los europeos su escasa resolución en el conflicto de Ucrania. Ya hemos picado escribiendo conflicto cuando en realidad es invasión. La que perpetró Rusia a Ucrania. Mientras el mundo casi arde, alguien se enamora, muchos se bautizan, una pareja firma una hipoteca, un niño llora, un adolescente se descapulla y al fin un chaval aprende a montar en bicicleta. O sea, queremos decir, el mundo sigue, que es tanto como decir la guerra sigue, la sinrazón se alza y el populismo entrega sus tarjetas no de visita: de que se queda en casa a tomar el té, la cena y la hija adolescente.

El papa Francisco, que permanece ingresado en el Policlínico Gemelli de Roma, sufre ahora neumonía bilateral que requiere tratamiento farmacológico adicional al que se utiliza para la infección polimicrobiana y su cuadro clínico sigue siendo "complejo", informó el Vaticano. Que mal. Triste. Ahora el vaticanismo, las intrigas y las conspiraciones sucesorias se sucederán, la redundancia valga.

La muerte nunca es oportuna. Jamás nos viene bien. Tendemos a pedir prórroga, no ahora no, por favor, pasa de largo, pero barrunta uno que si la guadaña no descansa y pega un repaso por la Plaza de Roma, el mundo estará más huérfanos y los edecanes de la ambición, los Putin, campearán más a sus anchas. Sus anchas son ahora Ucrania. Europa mira desde el salón. Con el tonto del primer ministro inglés diciendo (¿ahora?, ¡carajote¡) qué bien se está en Europa. La incertidumbre es total. Que haya mejoría, santidad. En el mundo, también. Escepticismo al poder.

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