Opinión | El adarve
Educar para la paz
La Educación para la Paz implica cultivar valores como la justicia, la cooperación, la solidaridad, el desarrollo de la autonomía personal y la toma de decisiones, entre otros

Hay guerras y guerras. Ninguna santa. Ninguna justa. Ninguna racional. Todas son guerras malditas / l.o.
La paz no es solo la ausencia de conflicto bélico. No hay paz sin justicia ni libertad. El hecho de que callen los cañones, de que se detengan los carros de combate y de que no vuelen los misiles no significa que se haya conseguido la paz.
Pero, claro, claro, la primera exigencia para construir la paz es que acabe o que no se inicie esa irracional forma de afrontar los conflictos que es la guerra. Tiene razón aquel bando que cause más muertos y más destrucción en el adversario. Es un planteamiento falso, estúpido y cruel. Sería más racional que los dos líderes enfrentados se batieran en duelo a espada o arma de fuego o que se jugasen la causa al ajedrez. El que sobreviva gana. El que consiga el jaque mate se queda con el botín.
Malditas guerras
Hay guerras y guerras. Ninguna santa. Ninguna justa. Ninguna racional. Todas son guerras malditas. En Ucrania no hay dos países en conflicto. Hay un presidente megalómano que invade un territorio y que pretende anexionarlo por la fuerza cueste lo que cueste, contra todas las leyes internacionales. Muertos de uno y otro lado, gasto armamentístico enorme, destrucción de bienes y aniquilación del país invadido. ¿En nombre de qué causa o de qué dios se sacrifica la vida de los niños y de las niñas que mueren en la guerra? ¿Cuándo terminarán los daños psicológicos? La guerra también daña a quienes somos testigos y aprendices de esta forma de resolver los conflictos.
Tres años ya desde el inicio de esta barbarie. Cuesta creer que el género humano, que ha vivido una larguísima secuencia de guerras horribles, no haya entendido todavía que ese no es el camino para solucionar los conflictos.
La negociación que Putin y Trump están urdiendo (ese es el verbo) para alcanzar la paz en Ucrania es una forma de violencia suprema. Los dos tiranos excluyen a Ucrania y a la Unión Europea de la mesa de negociación e imponen las condiciones a quien ha padecido tres años una invasión injusta que ha causado más de trescientos mil muertos y una devastación atroz. Los terrenos conquistados por Putin serán de Rusia, se prohíbe a Ucrania ingresar en la OTAN, se obliga a un país libre a realizar elecciones (en plena guerra) y Estados Unidos podrá hacerse con materiales ucranianos que necesita para su industria. ¿Se alcanzará así la paz? No. Se cambiará una guerra por otra. Trump califica a Zelenski de dictador y le culpa de las víctimas que ha producido la invasión. El mundo al revés.
El presidente americano pretende acabar también con el genocidio de Gaza expulsando a todos los habitantes de la franja para instalar allí un resort de lujo donde quienes tienen dinero puedan disfrutar a sus anchas mientras los expulsados es pudren en la miseria. ¿Es la forma de alcanzar la paz? Ese autoproclamado pacificador nos dice ahora que la tercera guerra mundial está próxima.
Nos exigen los magnates aumentar el presupuesto para defensa. Si todos los Ministerios son de Defensa, ¿quién ataca? Se trata de una medida que alimenta el grave error que contiene la máxima latina ‘si vis pacem, para bellum’. No. Si quieres la paz, prepárate para la paz, educa para la paz
Si los grandes triunfadores del sistema educativo que son quienes han llegado más alto en la escala social de un país, declaran guerras injustas, invaden otros países, resuelven los conflictos por la fuerza y no son capaces de luchar de forma eficaz contra el hambre, la miseria, la ignorancia, la injusticia, la desigualdad y la dominación, ¿por qué hablamos de éxito del sistema educativo?
Existen dos días destinados a conmemorar la conquista de la paz en el mundo. Dos días con los que se pretende avivar en la ciudadanía el compromiso de alcanzar la paz en el mundo, en cada país del mundo, en cada rincón del mundo. El primero señala el problema. El segundo apunta a la solución.
El Día Internacional de la Paz o Día Mundial de la Paz se conmemora anualmente el 21 de septiembre desde 1982 y fue aprobado el 30 de noviembre de 1981 por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El Día Escolar de la Paz y de la No Violencia se celebra el 30 de enero, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), y fue establecido en conmemoración del asesinato del líder social Mahatma Gandhi, dirigente de la lucha de independencia de la India.
Convivencia pacífica
En ese día, las escuelas realizan actividades relacionadas con la paz, con la no violencia, con la solución de conflictos, con la solidaridad, con la convivencia. Conseguir un modelo de escuela en el que una convivencia pacífica sea una realidad es el objetivo principal de las acciones de Educación para la paz. Es necesaria la participación de toda la comunidad educativa en la puesta en marcha de iniciativas que sirvan para hacer de los centros de enseñanza espacios de convivencia basados en la cultura de paz,
Educar para la paz es propiciar el desarrollo de habilidades y la adquisición de herramientas que permitan a las personas y a los pueblos convivir de forma pacífica, o lo que es lo mismo, vivir sin violencia. Este proceso lleva implícita la asimilación de valores como la justicia social, la igualdad, la cooperación, la solidaridad, el respeto y la autonomía.
Una manera efectiva, por tanto, de llegar a ser ciudadanos y ciudadanas comprometidos con el cambio social y la construcción de la paz, es la promoción y el desarrollo de un sistema educativo que institucionalice la Educación para la Paz en la vida de los centros escolares.
La Educación para la Paz implica cultivar valores como la justicia, la cooperación, la solidaridad, el desarrollo de la autonomía personal y la toma de decisiones, entre otros; conlleva cuestionar los valores contrarios a la cultura de la paz, como la discriminación, la intolerancia, la indiferencia, entre otros.
Sean bienvenidas todas las experiencias que sensibilizan, que trabajan, que educan para la paz. Conozco dos a las que estoy vinculado.
La Red Andaluza «Escuela: Espacio de Paz» es una red de centros interesados en compartir iniciativas, recursos y experiencias para la mejora de la convivencia escolar y la difusión de la Cultura de Paz, contrayendo un compromiso de profundización en aspectos concretos de su Plan de Convivencia. La normativa que regula el funcionamiento de la Red pone el acento en la cultura de la solidaridad y en la necesidad de visibilizar las buenas prácticas desarrolladas en los centros y en la voluntad de trabajar en red compartiendo propuestas, estrategias y recursos con toda la comunidad educativa. Cómo no recordar aquí a mi querido y admirado amigo José Antonio Binaburo que, durante años coordinó, inspiró y dinamizó esta experiencia.
Me honro también de la colaboración estrecha que mantengo con El Movimiento Asturiano por la Paz (MASPAZ) que se constituye en Asturias en 1991 como una organización no gubernamental sin fines de lucro, a fin de servir de manera independiente a la promoción y difusión de la paz. Entre sus fines está defender e impulsar los principios constitucionales relativos a la libertad, solidaridad, tolerancia e igualdad y, en especial, aquellos que conciernen a los derechos de los ciudadanos y ciudadanas, difundir la cultura asociativa y participativa, y prestar servicios a cuantos colectivos se encuentren marginados en la sociedad.
Mi compañero y amigo Jesús R. Jares, catedrático de la Universidad de Vigo falleció hace algunos años a causa de un cáncer fulminante. Era un apasionado de la educación para la paz. Ahí están sus excelentes libros sobre el tema. ‘Educación y conflicto’, ‘Educación y derechos humanos’, ‘Educación para la paz’… Él sembró muchas semillas de paz. Seguro que florecerán y darán frutos. Era un hombre de paz. Un hombre para la paz. Con él participé en el XV Encuentro Gallego de Educadores para la paz. No hay vez que piense en esta cuestión que no le recuerde con afecto y admiración.
Francesc Torralba publicó en el año 2014 (Editorial Milenio) un pequeño y jugoso libro titulado ‘La paz’. En él se dice: «La violencia, sobre todo en los países retrasados no se ataja predicando la paz sino con medidas sociales y económicas concretas que erradiquen la miseria y fomenten el desarrollo integral de personas y pueblos». Cuánta razón. Cuánta urgencia.
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