Opinión | Mirando al abismo

Málaga

Primavera y agua

Esperamos ese renacimiento de la vida que el invierno pone en pausa, ese fin de la rutina por la rutina

En estos días que no parece animarse a llover, que amanecen nublados y gises pero que luego nada de nada, me ha dado por pensar en la lluvia y en la primavera.

La lluvia en Andalucía no es solo un fenómeno meteorológico; es un evento que transforma el paisaje, el ánimo y hasta la forma de vivir. Cuando las primeras gotas caen, parece que el cielo muestra su cara, a un territorio acostumbrado al sol imperturbable. La lluvia llega como una bendición, como un suspiro de alivio que refresca los campos, las calles, llenado pantanos y haciéndonos tener más tiempo de despreocupación .

En Málaga la lluvia tiene un ritmo propio. No es la lluvia constante y gris del norte, ni el aguacero fugaz de otras latitudes. Aquí la lluvia cae con parsimonia, como si quisiera saborear cada instante. A veces cae de golpe, sin aviar, inundando calles y acompañada de rayos y truenos. Es una lluvia que invita a la pausa, a quedarse en casa con un libro en la mano o a mirar esas películas que nunca tienes tiempo de ver. La lluvia siempre pulsa el botón de pausa en el día a día de los malagueños. Nunca salimos, si podemos evitarlo, cuando llueve. Nos quedamos en casa un poco tristes por no poder ver el sol y deseamos que vuelva a salir.

Con la lluvia, la primavera se abre paso. Los campos empiezan a estar verdes, hay flores y pajarillos por todas partes. Con la primavera regresa el calor a las calles, la luz a las tardes y nos quita los abrigos y mantas. Es una época de reencuentros, de paseos al atardecer, de noches que se alargan sin prisa. Pero la primavera no sería lo mismo sin la lluvia. Es ella la que prepara el terreno, la que nutre la tierra y la que hace posible este estallido de vida y color. La lluvia es la gran aliada de la primavera, la que nos recuerda que, incluso en los momentos más feos y grises, siempre hay espacio para el renacimiento. Así, entre chaparrones y claros, entre flores y charcos, aguardamos la primavera.

Esperamos los cafés con amigos sin hora de vuelta a casa, porque la tarde te empuja a quedarte más, al calor, a la ropa ligera y fresca, a los primeros helados, a la ausencia de la prisa. Esperamos ese renacimiento de la vida que el invierno pone en pausa, ese fin de la rutina por la rutina, ese comienzo a salir por gusto por las tardes, ese recuperar el tiempo y vivir hacia la calle, que el mundo vuelva a tener sentido.

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