Opinión | Málaga de un vistazo

La peatonalización de los recuerdos

Evoco la diversión en la calle Cabello con mi amigo-hermano Juan Carlos Rosa jugando a «las bolas»

Peatonalización de Lagunillas

Peatonalización de Lagunillas / l.o.

Paseo junto a mi memoria por el barrio alto de mi infancia. Recuerdo -el verbo recordar procede del latín y etimológicamente quiere decir: «volver a pasar por el corazón»- a mi abuela María con mi madre hablando con los vecinos bajo las confortantes sombras barrocas de las torres de la iglesia de San Felipe Neri camino del animado y entrañable mercado de Salamanca. Evoco la diversión en la calle Cabello con mi amigo-hermano Juan Carlos Rosa jugando a «las bolas»; a «la pelota» en esa vía inclinada con las carteras del colegio como portería en ese rincón dibujado por el empedrado mágico de la nostalgia; la calle Ollerías, donde católicos y protestantes compartían vinos, huevos duros y amistad en la taberna de Rafael. Revivo los partidos de tenis con una red dibujada con tiza en la calle Gaona; el ultramarino de sabores y olores inolvidables de Eugenio Carmona; la calle Parras con su miscelánea de gentes tan diferentes como entreveradas en un canto continuo a la comunidad sin exclusiones; la panadería Mato en la plaza Montaño; la calle Dos Aceras de vuelta donde la cuesta se hacía reencuentro; los tebeos de Modesto en la Cruz del Molinillo; Rin Tin Tin en la sesión continua del cine Duque, en calle Duque de Rivas… Un sinfín de remembranzas que me genera la peatonalización de los recuerdos.

Confieso que la buena nueva publicada por Ana I. Montañez en este diario sobre el proyecto del Consistorio de extender la semipeatonalización a varias zonas de la ciudad, entre ellas el barrio del Molinillo, con todas las ventajas que tiene esta actuación como espacios de convivencia para el ciudadano, me ha causado recuperar esa sonrisa efusiva de niño; aquel crío que jugaba en las calles sin coches. Hacia una Málaga que camina.

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