Opinión | En corto

Dónde quita y pone la quita

Nuestra Constitución tiene hoy un halo de honorabilidad, pero su origen es un sistema de pactos entre poderes de hecho: los restos de un franquismo remanente, la fuerza de la calle, la de la sangre, la presión sindical, la mano de la tutela exterior, la memoria trágica, el nudo de miedos cruzados. El Estado de las autonomías nace también en ese campo de batallas, siendo el nacionalismo vasco y sus hijos armados, junto al amenazador peso de Catalunya, los que abren camino. El primero se cobró su parte en un cupo injusto, renovado por unos y por otros. Esas injusticias en el reparto de cargas entre españoles están en el origen mismo del sistema financiero y han crecido con el. Una quita es perversa por premiar al mal administrador, pero, si fuera adelante (con uno o con otro irá), conviene mirar también si la fórmula de reparto del «premio» agrava o reduce las desigualdades subyacentes.

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