Opinión | Notas de domingo
De Granada a la Torre Eiffel
La semana transcurre entre Granada y París, sin circunvalación posible por el país de la rutina

Los Anillos Olímpicos, en la Torre Eiffel este verano, antes de los Juegos Olímpicos de Verano de 2024 en París. Foto: Dave Hunt/AAP/dpa / Dave Hunt (DPA)
Lunes. Tengo que escribir por encargo un artículo largo sobre José Manuel Soto y de fondo me pongo el temazo ‘Por ella’. La música es a veces la viagra del ánimo. La prosa me oscila entre el hostión y la complicidad al personaje, que es provocón en redes, derechoso y buen cantante. O, al menos, lo era y tenía un éxito significativo en un estilo que a mí me resulta soportable solo en pequeñas dosis y en según que circunstancias pero que tiene muchos adeptos. Nunca habría pensado que iba a dedicarle párrafos de este dietario a José Manuel Soto, pero así son las circunstancias de imprevisibles. Aún tengo algo de resaca emocional del fin de semana pasado en el congreso regional del PSOE, en Granada, que ha sido intenso y cansado. De entre las cosas buenas no es menor haber descubierto la Venta Paneque en el camino de vuelta, a la altura de Villanueva del Trabuco. Como fuera de casa, en ningún sitio, que decía aquel.
He dormido dos noches en un buen hotel, lo cual siempre mejora mucho el ánimo y he tenido tiempo para deambular, que no pasear, por una ciudad bulliciosa y animadísima. Un congreso es siempre un muestrario de la naturaleza humana y en la política, casi como en la empresa, las emociones, sentimientos, lealtades y traiciones se dan redobladas, aceleradas, fortalecidas. Me alegra haber asistido a ese cónclave que aunque ha sido de jornadas maratonianas y valido para estar en el cogollo de algo importante. El valor de la presencialidad en el Periodismo. Vamos, que hay que ir a los sitios. Insomnio moderado que combato leyendo sobre las propiedades del wasabi, palabra que también podría designar una tribu africana.
Martes. Me escribe el gran Ignacio Peyró desde Roma, donde dirige el Instituto Cervantes, dándome las gracias por algo nimio que uno ha hecho o escrito a propósito de su nuevo libro. Quiero apresurarme a contestarle, lo hago con emoción y gratitud, pero algo agobiado porque en la radio ya me están dando los buenos días, lo cual es algo importante visto lo poco que te dan en otros sitios. La tertulia resulta larga, nutritiva, interesante y Fran López de Paz nos conduce por los asuntos del día: las elecciones alemanas, el PSOE, el Papa. Alfredo Urdaci escribió un libro muy interesante sobre los papas, el vaticanismo, los cónclaves y todo eso. «Todo eso»: la verdad es que si uno se descuida no acaba bien las frases. Quien no acaba bien las frases no acaba bien en la vida, aunque quizás sea un pensamiento incompatible con creer que los puntos suspensivos son una buena forma de acabar algunas frases. Los puntos suspensivos son elegantes y dejan lugar a la imaginación. O son producto de la pereza para no acabar lo que se dice o escribe. Los puntos supensivos son tres, una multitud, un trío, unos mosqueteros, unos parientes. El de en medio será el jefe, supongo.
Miércoles. La vida breve. No sé si he hablado ya de ella. Inmenso Javier Gutiérrez como Felipe V. Bueno, y el resto del elenco. Comedia ambientada en la corte de Luis I, breve rey que apenas duró en el trono un año. Tal vez ese sea la duración ideal de algunos reinados. Las misses lo eran por un año. Ya no hay concurso de misses, no está bien tratar a la gente como ganado y evaluarlas solo por su físico, dicen algunos. Me parece bien a condición de que no se condene admirar la belleza. Sin belleza no hay nada. Sin belleza no podemos saber lo que es la fealdad. Mandatos, reinados: yo siempre me libré de presidir mi comunidad de vecinos. Todo un éxito vital. No quiero administrar a nadie y mucho menos las envidias y rencillas entre vecinos o las discusiones sobre toldos, piscinas, terrazas o colillas tiradas al suelo.
Jueves. Qué gracia me hace el verbo empacar como sinónimo de hacer la maleta.
Viernes. París. Sí, París. De nuevo y al fin. Qué decir. Mejor, nada. El tiempo es frío pero casi primaveral. Camino de Montmartre pienso en la vida de los bohemios de antaño. Y en probar a mediodía un Beaujoulais, a ver si ha sido buena la cosecha este año.
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