Opinión | Análisis

Málaga

Al Festival (y al cine español) no le vendría mal un poco de Ozempic

La victoria ex aequo en los Goya y las 43 película de la Sección oficial del certamen revelan un problema común de nuestro audiovisual

Gala de una pasada edición del Festival de Málaga

Gala de una pasada edición del Festival de Málaga / Festival de Málaga

Dos hechos recientes y aparentemente alejados respecto al cine español han terminado revelando uno de sus grandes males: por un lado, por primera vez en la historia de los Premios Goya, dos películas, 'La infiltrada' y 'El 47', se hicieron ex aequo con el galardón principal; por otro, el Festival de Málaga anuncia una Sección Oficial compuesta por 43 (cuarenta y tres) películas, 22 (veintidós) a concurso y 21 (veintiuna) fuera de la competición. ¿Cuál es el elemento común? Falta exigencia, determinación a la hora de elegir y posicionarse; parece no haber un elemento, un factor, un algo, lo que sea, que tome decisiones y le suelte al cine español un «ésta, sí; ésta, no» que impida la autocomplacencia.

De lo de los Goya no hay demasiado que decir: los equipos de las películas que ganaron entonaron el típico the more, the merrier (cuántos más mejor) sin saber, o no queriendo saber, que un empate que no se desempata tiene un resultado decepcionante: dos perdedores. Repito lo que escribió Pilar Garcés en este periódico hace unas semanas: «Cuando un espectador va a una multisala está obligado a elegir qué va a ver a una hora determinada. O una cinta u otra. No existe el don de la ubicuidad, no puede sentar su culo en dos butacas a la vez [...] La Academia del Cine Español es un ente quedabién y sin carácter incapaz de decidir quién ha ganado este año el premio gordo, así que todos a casa tan contentos. No creo que nadie lo estuviera, la verdad. Lo siguiente puede ser que el año que viene se lleven el Goya las cinco actrices principales, porque todas nos caen genial y son superamigas».

Ahora vamos con lo del Festival de Málaga. Y lo haremos por puntos.

¿Cuanto más, mejor?

Todos los años, a la hora de presentar la edición correspondiente, su director, Juan Antonio Vigar, esgrime el criterio de utilidad, promoción y visibilización del mayor número de películas para justificar su abultada Sección Oficial. Y todos los años no estoy de acuerdo: la mera existencia de una película no justifica su apoyo; me explico: ¿tiene sentido que un certamen cinematográfico se haga cargo de los gastos de promoción de un filme cuya productora no quiere o no puede asumir? Sí cuando ese filme ostente unos méritos y una pertinencia que recomienden trascender la estrechez salvaje del libre mercado y sus reglas economicistas. ¿Hay tantos largometrajes, año tras año, edición tras edición, que se ajusten a esas condiciones como para justificar su inclusión en la Sección Oficial? Decididamente, no. Y no se trata de vetar las películas comerciales, las de echar unas risas o lo que sea; no, sólo las incontestablemente malas (que las hay: no todo es subjetivo), y de ésas hemos visto demasiadas aquí, en Oficial. No lo duden: por cada vez que una cinta como 'Los Japón' (que sí, que lo sé, que es de Atresmedia) muestra con orgullo en su póster el logotipo de nuestro festival, éste pierde algo de categoría. 

Cada vez que una cinta como 'Los Japón' muestra con orgullo en su póster el logotipo de nuestro festival, éste pierde algo de categoría

¿Cuál es el criterio?

Entonces, se pueden incluir en Málaga películas comerciales, incluso pachangueras, porque no hay que ser un cinéfilo de cuello vuelto y bla, bla, bla. De acuerdo. Entonces, ¿cuál es el criterio? ¿Que no hay criterio? Si todo vale, ¿qué es lo que determina que vale? Bueno, miento: en realidad, sí que debe de haber criterios, bastantes; uno de ellos, por ejemplo: no viene a nuestro Festival una película de terror ni por equivocación (si la memoria no me falla, desde 2018, con 'No dormirás' y aquello ya fue una raya en agua), y eso que el audiovisual patrio en eso de los sustos tiene cierta consideración fuera de nuestras fronteras. Que sí, que Sitges tiene el sector copado y una posición estratégica ganada pero, no sé, al menos robarles algún título algún año... ¿Ven como sí hay criterios, no todo vale, etc?  

Esto es la jungla

Lo comentan bastantes agentes de prensa de títulos seleccionados en Málaga: de un tiempo a esta parte, que una película elegida aquí pero que no disponga de un reclamo estelar en sus créditos se haga un hueco en las agendas de los medios resulta cada vez más complicado; esto es una jungla, la logística de los medios (todos) impone su realidad y los grandes nombres siempre se llevan los flashes. Quizás la sobreoferta termine impidiendo ese objeto de visibilizar, de ayudar a que un producto cultural esté presente en la conversación. Quizás se termine visibilizando a los de siempre.

Quizás una abultada Sección Oficial termine generando una atrofia que pagarán los de siempre

¿Y las secciones «pequeñitas»?

Otro de los daños colaterales del engorde de la Sección Oficial es que apartados difíciles pero a veces muy interesantes (¿cuántos directores y directoras empezaron concursando, por ejemplo, en ZonaZine y han terminado en la competición mayor?) quedan relegados, algo desatendidos. Los periodistas hablamos de ello por experiencia propia: resulta muy complicado atender una competición alternativa como la de documentales o la ya mencionada dedicada a las producciones independientes y arriesgadas cuando tienes las nuevas cintas de, un poner, Borja Cobeaga, María Ripoll o Julio Medem en Oficial aunque fuera de concurso. Y no lo decimos porque más películas suponga que trabajemos con mayor intensidad, sino porque entendemos, al menos los que nos preocupamos por el futuro de nuestro cine, por los nombres que aún aparecen en letra pequeña en los carteles, que se genera una atrofia en la que siempre pagan los mismos.  

¿Y el cine andaluz?

En la presentación madrileña del Festival de Málaga, Fernando Méndez-Leite, director de la Academia e histórico miembro del comité de selección del certamen, aseguró que es importante que las películas elegidas reflejen el cine español en todas sus realidades: «También realidades de las distintas comunidades, de las distintas lenguas cooficiales del Estado». Eso sí, la presencia de cine creado en Andalucía en el festival andaluz por excelencia puede resultarle escasa a bastantes: de las películas que compiten en la Sección Oficial, solo una de ellas cuenta con un director andaluz (Santi Amodeo). En el certamen se defienden: hay cerca de 60 audiovisuales andaluces programados a lo largo y ancho del certamen, cuatro de ellos, títulos levantados por entero por productoras andaluzas o en coproducción, en Oficial. Si el Festival se ha empeñado, con tino, en animar y facilitar la paridad en su competición (este año, por primera vez hay más directoras que directores), quizás éste sea el momento de barrer un poco para casa. Si es que nuestra industria da para tanto, que ésa es otra.

Un festival que también tiene una misión prescriptora y de criba, que debe proyectar nuestras bondades, no nuestras miserias

Sé que al Festival de Málaga le cuesta mucho decir «no» a una productora porque es consciente del esfuerzo que hay detrás de cada película. Pero ese empeño, el tiempo y la ilusión empleados en los proyectos, no los puede justificar per se, y menos en un ámbito, el de un festival que también tiene una misión prescriptora y de criba, que debe proyectar nuestras bondades, no nuestras miserias. ¿Llegaremos alguna vez a las 50 películas de la Sección Oficial porque se ha producido «mucho y diverso» cine en español? ¿Hay que apoyar a «la mayor cantidad posibles de películas»? ¿No será mejor apretar que abarcar? Hay que decir más «no» si queremos que nuestro cine produzca mejor que más y no caiga en la autoindulgencia a la que vamos enfilados. 

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