Opinión | La señal

Fantasmas, bandidos y cebos

Volodimir Zelenski y Donald Trump

Volodimir Zelenski y Donald Trump / Europa Press/Contacto/Jim LoScalzo - Pool via CNP

Pues es una muy buena noticia que el chef José Carlos esté no solo en Muelle Uno sino también en el remozado Hotel Los Monteros. Su creatividad y resistencia en un mercado tan cambiante dicen mucho bueno de él. Habrá que visitarlo para degustar sus platos y conocer su opinión acerca de la guerra con los menús degustación, que escamotean la libertad del comensal para elegir lo que quiere comer. Algunos cocineros hasta hablan de menús degustación «sorpresa» para no indicar en qué consisten hasta que te sientas a la mesa y ya no te puedes escapar. Esa cesión de soberanía personal al chef nos hace más pequeños.

Pero no podemos esperar hasta el condumio en el hotel que fundara en 1962 el banquero salmantino Ignacio Coca y reponemos fuerzas en Los Tres Tenores para comentar, por fin, la película de Albert Serra ‘Tardes de soledad’, aunque a Roca Rey no le haya gustado, pero eso es porque sabe mucho de cine. Serra dice que «la cultura de la cancelación es una cosa patética e infantil», yo añadiría que también una descarga de las pulsiones totalitarias que algunos llevan dentro. Como lo que pasa en La Palmilla, ahora un muerto, seguidamente un herido en el cuello… pero lo que más me gusta son los mensajes de confianza de las autoridades. Y en Arco, un lavavajillas con un plato y la cara sonriente de Trump y otros estampadas. Me parece estupendo, pero echo en falta las «señoritas de compañía» -vulgo putiferio- con Villén de la FAFFE, Tito Berni, Ábalos…-, ¿por qué no también estos y estas en otras obras, artistas?, ¿sesgo de confirmación?

Pero la Contrarrevolución está en marcha y, a propósito de la guerra de Ucrania y Trump, conviene leerse el magnífico análisis, con todos los datos, no solo los que me convienen, del prestigioso economista Daniel Lacalle. Sale mal parada la UE echándose en los brazos de China, la aliada estratégica de Rusia, y comprándole bajo cuerda gas licuado a Putin. Casi todas las batallas se ganan antes de que se libren, como dijo Tolstoi a propósito de la de Moscú, y esta también, gracias a los inconsistentes líderes que tenemos en Europa. Como escuché en ‘Lioness’, no hay más que fantasmas, bandidos y cebos.

Para más burla, empresas como NSO venden vulnerabilidades de día cero a agencias de inteligencia. Encuentran fallos en todos los móviles del planeta, a través de su sistema operativo, no le dicen nada a Apple ni Google -yo tampoco lo haría- y, al final, el móvil es inseguro. Los gobiernos también son los que compran a estas compañías. Es decir, se financia con dinero público que tu móvil sea más inseguro, pero también es verdad que las multinacionales citadas podrían hacer mejor su trabajo.

Llegamos a los postres hablando de que la Corte Suprema de los EEUU ha señalado que los grupos minoritarios no deberían obtener una ventaja en las demandas por prejuicios. Los jueces indicaron que las personas blancas y de otros grupos mayoritarios que presentan demandas por discriminación inversa no deberían enfrentar un escrutinio legal más estricto que los empleados negros y de otras minorías. El último caso fue el de una mujer que afirma que se le negó un ascenso y luego la degradaron porque es heterosexual. Pero la ola del Atlántico tardará en llegar a nuestras costas, aunque lo woke y la corrección política se adelantaron, y es que a diferencia de las pelis del oeste los caballos de los malos corren igual o más que los que montan los buenos.

Pero también es cierto que otro día, en un hotel de Málaga, mientras esperaba a un amigo, una empleada de recepción le preguntó a un cliente si quería que le enviase la factura por correo electrónico, a lo que este le contestó que se la diera ahora y en papel, «era por contribuir a un planeta más sostenible», replicó la señorita, pero el susodicho, español, no se calló, «el Gobierno viaja en avión, entre otras cosas, y se gasta todo lo que nosotros ahorramos». Como los ‘Diálogos’ de Platón, vamos. Sor Juana Inés de la Cruz lo vio así:

Con el dolor de la mortal herida,

de un agravio de amor me lamentaba,

y por ver si la muerte se llegaba

procuraba que fuese más crecida.

Toda en el mal el alma divertida,

pena por pena su dolor sumaba,

y en cada circunstancia ponderaba

que sobraban mil muertes a una vida.

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