Opinión | Viento fresco
Escenitas de sofá
Sánchez recibe a Yolanda Díaz. Si para hablar con su vicepresidenta, a la que tiene en el Consejo de Ministros, hay que montar esto, mal vamos

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez. / Europa Press
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se reúnen. Celebran una cumbre. Como si no pudieran hablar de sus cosicas cada día. O cada semana en la reunión del Consejo de Ministros. Sánchez y Diaz necesitan sofá monclovita, cámaras y acción para escenificar que van a hablar. Mal asunto. El Gobierno se reúne con el Gobierno. El presidente necesita focos para hablar con su vicepresidenta. Allá los expertos en comunicación política, pero le da a uno que esa foto los retrata como alejados y no como un Gobierno coordinado. Rima.
Yolanda Díaz quiere rebajar la jornada laboral, subir el salario mínimo, no responder a preguntas pertinentes e ir a actos con glamour, pero no hablar de gasto en defensa.
Sánchez quiere que sus socios quieran lo que él quiere (más gasto en Defensa) pero finalmente será el PP el que tenga que aprobar la subida presupuestaria. Si es que esta pasa por el Congreso. Si no pasa, a cambio de que se la aprueben, los socios pedirán cesiones. Tal vez Junts pida que no pueda entrar en Cataluña ningún socio del Madrid. Y Esquerra exigirá que además de condonar la deuda se aumente la promoción de la butifarra. Puede parecer que estamos banalizando: en realidad son ellos los que lo hacen con su actitud. A cualquiera le repugna quitar gasto social para emplearlo en pistolitas ¿a cualquiera?). Pero es que sufrimos una amenaza de autócratas que siempre estaban a nuestro este y sur y ahora están en el oeste. También. En el lejano oeste americano, que gobierna un señor que se ha prendado de Groenlandia como el que se encapricha de un pionono que ha visto en el escaparate de una pastelería.
España lleva mucho tiempo remoloneando lo que le exigen sus socios de la OTAN y de la UE (eso nos pasa por aficionarnos a los acrónimos): que armonice su gasto defensivo. Que es poco. El gasto no tiene por qué ser en cohetes. Vale la Inteligencia Artificial, subir el sueldo a la soldadesca, adecentar cuarteles e invertir en tecnología que también vale para la vida civil. Para la ciencia y la medicina incluso.
Pero bueno, sí, borre el párrafo anterior si quiere. Qué mal gastar en muerte. En guerras.
Asistir a todo esto. A un estado colectivo de sonambulismo como el que describen los historiadores sobre 1914. Y tener un Gobierno que hace mucho en lo social pero que monta escenitas para dar tres cuartos al pregonero.
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