Opinión | El adarve
Bullying en la Casa Blanca
Sentí vergüenza, indignación y tristeza al ver en televisión la encerrona que le prepararon al señor Zelenski

El presidente de EEUU, Donald Trump / AL DRAGO / POOL / EFE
¿Cómo les explicamos ahora a nuestros niños y niñas, a nuestros jóvenes que la violencia es detestable, que practicar el acoso al débil es un abuso intolerable, que hay que respetar al prójimo y no someterle a situaciones humillantes? ¿Cómo les podemos decir que todos los seres humanos tienen igual dignidad sea cual sea su raza, su credo o su posición? ¿Cómo podemos decirles que no hay que utilizar la fuerza, el poder o el conocimiento para machacar al prójimo?
Me hago estas preguntas porque hace unos días, televisado para todo el mundo, se ha visto un caso de bullying en el que el presidente del país más poderoso del mundo humilló, ninguneó, amenazó y ridiculizó en el despacho oval de la Casa Blanca al presidente de un país invadido durante tres largos y horribles años.
Sentí vergüenza, indignación y tristeza al ver en televisión la encerrona que le prepararon al señor Zelenski, presidente de Ucrania, durante una interminable hora.
Se les pueden mostrar las imágenes a los niños y a los jóvenes para explicar qué es el bullying. El débil frente al fuerte que, además se rodea de quienes le apoyan y le aplauden. Bonito ejemplo de quienes deberían ser modelos de comportamiento por haber sido los grandes triunfadores del sistema educativo, los que han llegado más alto en la escala social.
Comienza el encuentro con una falta de respeto del presidente Donald Trump al señor Zelenski en el saludo inicial, que se produce antes de ingresar en el edificio:
Hoy está muy elegante.
Se trata de una descortés ironía que hace suponer que habitualmente viste con menor decoro. Las bromas son aceptables cuando pueden reírse a la vez de ella el que la hace y el que la recibe. No es este el caso. Aquí solo se ríe quien la hace. La asimetría de la relación (el poderoso y el necesitado) hace impensable una respuesta contundente.
Iniciada la reunión, inusualmente larga, todo lo que allí sucede me hace pensar que se trata de una encerrona muy bien preparada.
El escenario nos muestra la soledad del señor Zelenski en un pequeño espacio abarrotado de gente. El solo frente a todos y todas quienes asisten. Es lo que suelen hacer los matones, dejarse acompañar por un séquito de fans, de aduladores). No es ni siquiera imaginable que alguien de los presentes formule una crítica al jefe.
Allí le juzga, le amenaza, le insulta, le desprecia y le humilla. Para eso tiene poder. Hasta permite a un periodista, entre sonrisas de los asistentes, incluido el vicepresidente Vance, avergonzarle preguntándole por qué no viste traje en tan magno evento y en tan sacrosanto lugar. Trata de afear una falta de consideración cuando la pregunta manifiesta una falta absoluta de respeto al presidente de un país. Ese periodista es un destacado activista de la causa del señor Trump. El señor Zelenski explica algo que todo el mundo sabe (los asistentes, incluido el que pregunta): que no lleva traje porque se encuentra en plena guerra. Días antes el señor Elon Musk acudió a una reunión de gobierno con visera y en camiseta y a nadie se le ocurrió hacerle la misma pregunta. No. A él no. A él le aplaudieron cuando el matón les preguntó a los asistentes qué pensaban sobre su amigo Musk
Para el matón no existen las leyes, existe la fuerza. Putin es un criminal de guerra que tiene una orden de detención. Putin ha iniciado una invasión saltándose todas las leyes internacionales. Putin ha prolongado esta invasión injusta durante tres años. Pero es con él con quien el señor Trump negocia y reparte el botín, dejando fuera de la mesa de acuerdos a quien ha sufrido un atropello indecente contra la soberanía de su nación.
En Ucrania no hay una guerra, no nos engañemos. En Ucrania hay una invasión. Un país poderoso pretende anexionarse por la fuerza a un país más pequeño y más débil. Por eso resulta inadmisible que la injusta paz que tratan de alcanzar Putin y Trump entregue los territorios invadidos al despótico invasor. ¿Para qué tantos muertos, tanto dolor, tanta devastación?
En presencia de tan distinguido coro de aduladores el vicepresidente Vance exige a Zelenski que dé las gracias a su benefactor, a esa persona que pretende cobrar no todo sino más de lo que ha dado. Era una ayuda interesada, nada generosa.
Y para que no falte nada, el señor Trump llama estúpido a su antecesor en la presidencia, que fue quien en realidad le ayudó sin que nadie ose pedir respeto. ¿Respeto? ¿Qué actitud es esa en este contexto cargado de violencia? El presidente Biden es insultado delante de quien recibió una ayuda sin la cual la invasión hubiera durado unas semanas o, quizás, unos días.
Desde el punto de vista escénico, no puede estar mejor preparada la encerrona. Allí está la víctima (una persona sola) frente al presidente Trump y a su Vicepresidente, el señor Vance. ¿Por qué tienen que estar los dos y no está el presidente de Ucrania con su vicepresidente? La escena se completa con un amplio grupo de periodistas que le bailan el agua.
Impresiona ver los micrófonos sobrevolando el espacio en el despacho oval. No se olvide que la sesión está siendo televisada para todo el mundo. ¿Por qué no se televisó la negociación con Putin?
Trump, con el dedo índice enhiesto, le advierte que puede causar miles de muertos y pretende hacerle sentir culpable de provocar la tercera guerra mundial. El señor Trump no parece un aliado suyo sino del señor Putin. Se sitúa al lado del invasor y con él decide cuál va a ser el reparto del botín.
En un momento determinado el vicepresidente eleva la voz de forma agresiva, hasta el punto de que el señor Zelenski le dice que no por elevar la voz va a tener más razón. El patético Vicepresidente le achaca su falta de gratitud al señor Trump, cuando es quien le está negando la ayuda.
Sabe muy bien el presidente de Ucrania que su situación depende de la ayuda de Estados Unidos. Esta dependencia le sitúa en una posición de inferioridad. Está en una situación de enorme debilidad. No hablan de igual a igual, sino de poderoso a débil, de grande a pequeño, de benefactor a mendicante.
No olvidemos que Zelenski está hablando en una lengua que no es la suya. El lenguaje es otro instrumento de poder que manejan los opresores del despacho oval. Zelenski habla inglés pero hay giros, metáforas, expresiones que no siempre capta el que quien habla en una lengua que no es la suya.
La situación es terrible. El diálogo con quien es su principal aliado se convierte en una trampa porque se encuentra con un interlocutor que habla y negocia como aliado del invasor. Es a él a quien culpa de provocar una tercera guerra mundial, en lugar de realizar la advertencia al presidente ruso.
No olvidemos, para finalizar, que el presidente de Ucrania está en un país que no es el suyo. Está jugando en campo contrario. Supuestamente son sus aliados, pero están tratándole como si fuera enemigo.
Nos empeñamos en las escuelas en educar para una convivencia armoniosa. Horas de trabajo, proyectos de diverso tipo, formación de mediadores… Estas imágenes ponen en entredicho toda la labor educativa. El currículum de la vida contradice y debilita el currículum de la escuela.
Hace unos años me dirigía a impartir una conferencia desde Málaga a Sevilla sobre el tema Educación para la paz. Viajaba por carretera. Durante el trayecto me sobrevolaron varios aviones que se dirigían a la guerra del Golfo. Procedían de la base americana situada en Rota. Estuve a punto de dar la vuelta y de regresar a casa. ¿Qué sentido tenía ir a explicar la importancia del diálogo y de la negociación, cuando los líderes del mundo decidían solucionar los conflictos lanzándose bombas? ¿Qué poder de persuasión podían tener mis palabras?
El año 2020 escribí el Prólogo para un libro coordinado por Arnaldo Canales. “Historias que sanan. Relatos de vida escritos por los protagonistas”. Se trata de un libro que contiene quince relatos escritos por víctimas de bullying. Historias dramáticas, dolorosas, sangrantes. Digo en ese Prólogo:
“Es necesaria la prevención, la formación, la observación, el diálogo y la intervención pronta y eficaz. Nadie puede quedar fuera de las interpelaciones que la tragedia del bullying conlleva”. Y es necesario, añado ahora , que quienes gobiernan, no ofrezcan malos ejemplos que destruyan lo que se hace humildemente en la escuela.
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