Opinión | Viento fresco
Paseo por el Festival de Cine
Traté un año de cazar un autógrafo de José Sacristán, pero como caminaba tan rápido me tuve que conformar con uno de Miguel Rellán. Se percató de la jugada

María de Medeiros. / Gregorio Marrero
Va uno estos días en Málaga por el Centro y le da cosilla no ser actor. Veo a uno por la calle Larios y a otro entrando en el Málaga Palacio; diviso a un tercero bajando de un coche negro que parece de subsecretario y que lo deja en la plaza de la Merced. A lo mejor los ponen a todos ahí sueltos, dispersos, deambulantes, para que el columnista los cace con su mirada y los meta en la columna y quede un texto de cine o cinematográfico o con muchas negritas. Y negritos. Camino.
Me pregunto si tras las ventanas de algunos de los hoteles que voy divisando habrá una actriz o un actor ahora desperezándose, estudiando un guión, lanzando dardos a un póster de Almodóvar, tomando un té o meditando sobre el destino de Occidente. Declamando el texto de un dramaturgo barrigón de Teruel para ensayar una venidera función en Socuéllamos.
Siempre he tenido una mente peliculera, lo cual tal vez me hace apto para esta misión. Una misión que no tengo muy clara, dicha sea la verdad. Misión de escribir sobre el Festival y el ambiente que genera, la ciudad, mi ánimo. Misión de trasladar al lector un paseo que incluye pisar una alfombra roja mojada. Si yo fuera alfombra estaría contenta de que me pisara Karra Elejalde y no un plumilla de provincias con miedo adolescente a desayunar solo.
Los retratos fotográficos exhibidos en la calle Larios son portentosos. Estrellas que te miran mucho a los ojos. A Maribel Verdú le han sacado unos pulgares muy gordos.
Me pierdo en el gentío, frase con presunción literaria, ya que es mi ciudad y no me pierdo y el gentío es relativo, dada la amenaza de lluvia. Algunos de los que me cruzo pueden ser guionistas, productores, técnicos de iluminación, periodistas o caza autógrafos. O influencers.
Ya en la vida hay que contar siempre con los influencers, cuya principal influencia es que creamos que influyen.
Yo una vez pillé un autógrafo de Miguel Rellán en la plaza de la Constitución, aunque realmente estaba persiguiendo a José Sacristán, que caminaba tan rápido que no puede alcanzarlo. A veces pienso que Rellán se dio cuenta de la jugada y puso voz de Sacristán mientras me firmaba: «Siempre he sido un buen secundario», dijo. Y añadió: «Muy amable, joven». Me supo mejor lo de joven que el autógrafo.
La proporción de gafas negras de pasta es alta en según qué zonas. Se acerca uno al teatro Cervantes y aumenta el número de personas vestidas con camiseta negra y americana oscura.
Creo que hay más gente con cara de tener ganas de tener resaca que con resaca. Seguramente habrá una app solo para iniciados que señale el punto de la ciudad donde va a comenzar un cóctel sofisticado o croquetil, una fiesta o un sarao. A los demás les dan una acreditación para que vayan contentos con ella colgada y vean películas. Yo por mi parte trato de ir con ojos de primerizo. Y entusiasmo. Está acreditado.
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