Opinión | Viento fresco

Coleccionando borrascas

Tanta agua es extraña en estas latitudes. La observamos con desgana, euforia o desánimo, en un vaivén de emociones

Lluvias generalizadas

Lluvias generalizadas / álex zea

Vamos coleccionando borrascas aquí en el Sur, donde tanta agua es extraña, donde las humedades se nos cuelan por las entretelas y el espíritu. Las borrascas tienen nombres llamativos que ya no podemos retener y no sabemos si somos víctimas de Konrad, de Lorraine o de cualquiera otra con nombre raro, como de general austrohúngaro que nos invadiera por los pirineos y nos cogiera desprevenidos. Antes, un hombre por la calle con paraguas era un hombre precavido, ahora parece, el paraguas, un apéndice que nos hubiera crecido en un brazo y que nos convirtiera en seres raros que de pronto pudieran desplegar una coraza estilo pavo real.

Los comerciantes dicen que no se vende un abrigo: todos pensamos, total, para dos días de lluvia que quedan antes de la primavera... Pero la primavera no llega y la app del teléfono no para de alertarnos de que llegan lluvias y lluvias. Un moranco hace un vídeo en Sevilla hablando con acento gallego diciendo que la ciudad parece La Coruña y hay gente que se ofende, en gallego y en castellano. Uno mira la polémica con la emoción de quien mira una triste tarde de domingo en una televisión en blanco y negro un Móstoles-Lalín en una retransmisión a la que se le hubiera ido la voz. Tal vez tanta lluvia aliente a narradores y poetas para encerrarse en casa y escribir en lugar de estar todo el día en el café diciendo que son escritores. Los embalses desembalsan, o sea, esquizofrénicamente hacen su función contraria. Asistimos a nuevas formas de miedo: vivir cerca de un río se ha vuelto peligroso. Todas las grandes ciudades tienen río, las ciudades se fundan junto a los ríos. No sé dónde me lleva este argumento, tal vez a una riada de palabras. Vamos coleccionando borrascas mientras unos dicen que esto es la demostración de que el cambio climático existe y otros afirman que esto es la demostración de que no existe. Volverá la sequía. Todos tenemos una sequía, igual que tenemos el verano de nuestra vida. La mía fue en el 95, cuando era un reportero y le contaba las lluvias a los lectores de papel. Claro que sí: ha llovido mucho desde entonces.

Tracking Pixel Contents