Opinión | Viento fresco

El parque de las Cofradías, a tomar viento

El Ayuntamiento elimina un parque infantil: a ver qué es lo próximo en el Centro que nos molesta ¿tal vez el que hay en la plaza de Camas?

Plaza de las Cofradías ahora.

Plaza de las Cofradías ahora. / Álex Zea

El Ayuntamiento de Málaga ha desmontado y eliminado el parque infantil de la Plaza de las Cofradías, en pleno Centro Histórico. Ha de ser triste para un operario desguazar un tobogán, empaquetar un columpio, desatornillar una atracción, arrancar, qué se yo, un caballito. Dónde irán esas risas que esas atracciones produjeron, cuánta energía y felicidad hubo esos correteos de infantes bajo la mirada de sus padres o abuelos. Quedarán en el recuerdo de tantas y tantas familias. A tomar por saco el parque.

Ha de ser triste tal trance para el operario, decimos, pero no sabemos si para el político de turno que da la orden. Parece que el tobogán producía un ruido que molestaba a los vecinos. Las terrazas amplias y los baretos de la plaza, no. El tobogán. Escasísimos vecinos, por otra parte, que tienen todo su derecho a descansar y que, afortunados, han logrado que el Ayuntamiento les haga caso en nada. Celeridad selectiva.

La plaza luce desierta. Tal vez a la espera de ser ocupada por mesas y sillas. El siguiente parque a eliminar puede ser el de Camas, señores munícipes, que estorba a las terrazas ya muy animadas del entorno, que está uno con la tostada de aguacate pegando la hebra con una guiri y no veas si incordían los niños. Deja ya la pelotita, Miguelito.

Que sí, que sí, que dormían mendigos y que apenas hay niños y que el turismo manda y que los vecinos se quejaban. Pero no me digan que no es simbólico, melancólico y hasta caótico: eliminan un parque infantil. Los niños de nuestra era llevarán el apellido periferia. A ver qué es lo próximo que nos molesta en el Centro. Tal vez los niños mismamente, con su invasiva felicidad. O los perros o las pisadas que damos o el colegio que aún queda o el Ateneo o los bares de toda la vida. Málaga se pone seria. Ahora nos va más el «hagan juego, señores» que el: «Venga, tírate otra vez por la chorraera». Se columpian un poco.

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