Opinión | La libreta del duque de chantada

John Shurna, el Sheldon Cooper que tira como si lanzara castores salvajes

John Shurna, durante una partido del Gran Canaria contra el Baskonia.

John Shurna, durante una partido del Gran Canaria contra el Baskonia. / Aitor Bouzo / ACB Media

Sus abuelos son lituanos, pero huyendo de la guerra escaparon a Estados Unidos, en concreto a Glen Ellyn (Illinois). En esta localidad de 30.000 habitantes a unos 40 kilómetros de Chicago y a unos meses del primer título de los Bulls de Michael Jordan venía al mundo, en 1990, John Shurna.

Desde muy pequeño destacó por dos cosas. Sus padres Tony y Suzy, le enseñaron buenos modales, el compromiso con las causas sociales y una buena educación: «Aprendí a ser respetuoso» y desarrollé un tiro raro, muy raro, complicado y demasiado plano pero muy efectivo.

Con sólo 15 años se fue a Nueva Orleans para ayudar a las víctimas del huracán Katrina: «Me sirvió para abrir los ojos. Trabajábamos en diferentes áreas devastadas. Me impactó conocer a personas así de agradecidas después de perderlo todo. Aprendí a valorar lo que tenía. Me siento privilegiado de haber estado allí ayudando» le contaba al periodista malagueño Dani Barranquero en un maravilloso artículo para ACB.com: «John Shurna: La sonrisa de los mil nombres».

Gran estudiante y mejor jugador de baloncesto, en sus veranos de secundaría llegó a trabajar de caddy en los campos de golf, hasta que recibió un bolazo, y también de socorrista en la piscina local.

Una estrella del baloncesto escolar a la que no le importaba que dijeran que le faltaba maldad para jugar: «Me gusta sonreír y ayudar a la gente, incluso aunque me encasillen o puedan estereotiparme, quiero respetar a todos».

La universidad de Northwestern llamó a su puerta, pero ni los elogios de la ESPN, sus rivales o la proximidad de la NBA cambió su look adolescente, su timidez, su sonrisa bonachona o su carácter como describió el analista Tom Dienhart: «Tiene cara de niño, sube y baja la pista, tiene movimientos al poste bajo, rango de tiro infinito, es el mejor anotador de la Big Ten. Y todas estas cosas las hace pareciéndose a Sheldon Cooper de Big Bang Theory, es fascinante».

Sobre sus lanzamientos de podría escribir un libro entero sólo con la manera en que decenas de periodistas, compañeros o entrenadores han tratado de definirlo: «Tira como si un hombre intentase quitarse a un castor salvaje de la cabeza», «es como si un alien saliese de su pecho», “parece que está lanzando rayos láser desde su cuerpo», «El tiro de la Medusa», «es un tiro-empujón. Pero empujones de los que haces con 7 u 8 años» o el tiro de «la trompa del elefante», como lo definió el técnico francés Vincent Collet cuando le entrenó en Estrasburgo.

Difícil de definir, aunque John lo tiene claro: «De niño tiraba y tenía mucho acierto. Pese a no ser un tiro muy ortodoxo me hace anotar. Probablemente no parezco un jugador de baloncesto y mi tiro no me ayude, pero he aprendido a vivir con eso, es divertido».

Shurna cumple su sexta temporada en el Dreamland Gran Canaria donde es uno de los líderes y referentes del equipo que entrena Jaka Lakovic. Una plantilla donde Brussino, Homesley o Tobey mandan en las estadísticas en la cancha y se convierten en un peligro para un Unicaja que, de perder este domingo en el Gran Canaria Arena, encadenaría tres derrotas consecutivas en la Liga Endesa. Un hecho que no ocurre desde el comienzo de la pasada temporada, octubre de 2023, cuando el equipo de Ibon Navarro cayó, curiosamente, ante rivales muy parecidos. Perdió en Zaragoza y en Gran Canaria y en medio otro en el Martín Carpena. Esta semana pasada fue ante el Real Madrid, y la temporada pasada, ante el Valencia Basket. Suerte y Carpe Diem…

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