Opinión | El ruido y la furia
El kit
Al lado de las tiritas y el paracetamol se me ha colado ‘La montaña mágica’ de Thomas Mann

La Unión Europea comparte un videotutorial de cómo preparar un kit de emergencia
Setenta y dos horas, tres días con una lata de atún, una botella de agua y el miedo comiéndote por dentro. Hablemos del miedo, sí. Del que anida en la inquietante recomendación que la Comisión Europea ha lanzado a la ciudadanía para que podamos subsistir en nuestras casas durante tres días en caso de desastre, en caso de esa guerra que parecemos empeñados en tener.
El ‘kit de supervivencia’ lo han llamado, empleando esa voz inglesa infiltrada que arrincona al más español ‘equipo’ o ‘estuche’. La cosa va de tener dispuestos una serie de productos para que aguantemos si el asunto se pone serio, que parece que se pondrá. No hay un consenso generalizado (Europa es, siempre fue así), pero nos han indicado que sería conveniente tener guardada una caja de tiritas, algunas medicinas, alcohol y esparadrapo, toallitas húmedas, papel higiénico, gel hidroalcohólico (podremos, por fin, dar salida a todo aquello que acumulamos exageradamente durante la pandemia). También hablan de seis litros de agua por persona y día, pasta, arroz, legumbres, frutos secos y latas de conservas. Tampoco debemos olvidar proveernos de cerillas, mechero, linterna, velas...
Nunca he sido un tipo muy práctico, de esos que saben con claridad lo que quieren y cómo conseguirlo. He deambulado durante toda mi vida amparándome en el milagro de vivir de las palabras, y acaso no tengo más que unas cuantas que siempre me han sido fieles (azul, olvido, tiempo…) para aguantar lo que haya que aguantar. Así que, con esas, intentando por una vez hacer lo que se supone que debo hacer, he ido juntando mi equipo de supervivencia, pero al lado de las tiritas y el paracetamol se me ha colado ‘La montaña mágica’ de Thomas Mann, y junto a las latas de atún y el paquete de macarrones han aparecido ‘Los adioses’ de Onetti y una columna de Manuel Alcántara, al que nunca olvido. Entre los botes de habichuelas y lentejas se ha colado ‘La leyenda del tiempo’, de Camarón y compañía, ‘Cante por derecho’ de Fosforito, ‘Kind of blues’ de Miles Davis, ‘Lady sings the blues’ de Billie Holiday y unos cuantos pasodobles de carnaval de Antonio Martínez Ares, Juan Carlos Aragón y Jesús Bienvenido. Y, ya puestos, con las cerillas y la linterna he metido un cuaderno que compré en Roma hace muchos años y que guardaba para una buena ocasión, y acaso esta la sea. Es una libreta de dos manos de papel tamaño holandesa, ese formato que ya no se usa, arrinconado definitivamente por la normalización del A4, y en el que trataré de dejar un verso o dos para cuando no los haya. Y lo he envuelto todo en una leve esperanza, que eso, ay, no lo pone la Comisión Europea en sus recomendaciones, pero acaso sea fundamental para seguir viviendo.
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