Opinión | Viento fresco

Aranceles al amanecer

Los asesores buscan a un agricultor para que se saque una foto con su político

Donald Trump nos saluda.

Donald Trump nos saluda. / E. Press

De pronto un día te levantas y estás arancelado. Trump quiere unos Estados Unidos donde ellos se lo guisen y ellos se lo coman y los más agoreros anuncian ya crisis, recesión, paro y no sé cuantos males más. Verás tú que con la tontería, algunos ven la gran excusa para seguir subiendo el café y la tostada. Ayer, 5,30 euros.

El mundo no puede prescindir nunca de tener sus seres tenebrosos. Me refiero a Trump, no a los agoreros, que tal vez sean optimistas bien informados. Un historiador cuenta en la tele que la última vez que hubo aranceles a este estilo fue en 1930 y que la medida agravó aún más la depresión del 29. Depresión es la que nos va a entrar a todos en cuanto nos crujan con los precios. Abascal echa la culpa de esto a Feijóo y a Sánchez sin poner arancel a su pensamiento y convirtiéndose en corresponsal de Trump en España. Hasta el lehendakari Pradales sale a decir que hace falta una Europa unida. Un nacionalista apelando a unidades es como fabricante de hielo renegando del frío. Suena sensato sin embargo.

Sánchez anuncia un paquete de medidas para ayudar a los sectores afectados de nada menos que 14.100 millones. Se le está poniendo cara de pandemia. Feijóo se debate entre ofrecer unidad de acción como partido de Estado o poner verde a Sánchez. Esto último le resulta una gran tentación. Los asesores buscan desesperados un agricultor con el que su político pueda hacerse una foto o dos o un selfi. Valen también vinateros y oleícolas. Le echa uno aceite a la tostada pensando en que Trump, que se alimenta de refresco de cola y hamburguesas, no puede acceder a este manjar. O sí pero muy caro o de peor calidad.

Miro por la ventana y compruebo que las nubes no saben de aranceles y vienen y van libremente. Tal vez una de estas nubes viaje hasta América y Trump, en un amanecer desde una ventana de la Casa Blanca, la observe como yo la he observado y se deleite con su voluptuosidad sin saber o preguntarse de dónde viene esa nube y si es una nube yanki o una nube que tendría que haber pasado por la aduana para demostrar su procedencia y nacionalidad. Pero ignoro dónde irá esa nube y si se desvanecerá o se convertirá en nubarrón. Están mucho más de moda los nubarrones, donde va a parar. La primavera renquea, el alegre ánimo, no solo climatológicamente. Viene tormenta, me dice un vecino en el ascensor. Nunca nada tan polisémico, no sé si se refiere a la política o al tiempo. Me pregunto hasta dónde será capaz de llegar Trump. En lugar de responderle a mi vecino.

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