Opinión | 360 grados

La guerra de Ucrania se dirigió desde el cuartel general de EEUU en Alemania

Hasta la fallida contraofensiva ucraniana de 2023, los altos mandos estadounidenses participaron en la coordinación de muchas de las operaciones

Soldados de la 44 brigada mecanizada de Ucrania.

Soldados de la 44 brigada mecanizada de Ucrania. / VITALII NOSACH / EFE

La guerra de Ucrania la dirigieron generales estadounidenses, estrechamente coordinados con altos mandos militares ucranianos, desde el cuartel general del Ejército norteamericano en Wiesbaden (Alemania).

La participación directa de Washington en la estrategia y las operaciones del Ejército de Kiev contra el invasor ruso era algo que no podía ignorar cualquiera que no hubiera tenido como única fuente de información los grandes medios de EEUU.

Pero el diario The New York Times lo presenta ahora como verdadera primicia en un largo artículo firmado por el periodista de investigación Adam Entous, lo que parece convertir esa información en oficial.

Estados Unidos entrenó, según admite ahora el periódico, tanto a los servicios de inteligencia ucranianos como a sus militares además de localizar con su red de satélites los objetivos rusos a atacar y programar para tal fin los misiles proporcionados por la OTAN.

Lo que el diario de referencia neoyorquino presenta como fruto de meses de investigación es algo de lo que vienen informando desde hace ya casi tres años en las redes sociales analistas ex militares como Scott Ritter y Douglas MacGregor, que han calificado desde el primer momento el conflicto de «guerra por procuración» de la OTAN contra la Federación Rusa.

El diario da, sin embargo, detalles hasta ahora desconocidos. Así, al menos hasta la fallida contraofensiva ucraniana de 2023, los altos mandos estadounidenses, entre ellos los generales Mark Milley, Chris Donahue y Christopher G. Cavoli, participaron en la coordinación de muchas de las operaciones.

Se trabaron entonces, dice el periódico, estrechos lazos de confianza entre los militares de ambos países y se estableció una eficaz cadena de mando de Wiesbaden a Kiev, que dio en un primer momento grandes resultados.

Algunos de los generales estadounidenses, escribe con nada disimulado entusiasmo el autor del artículo, habían formado parte de «equipos mortíferos» (killer teams) que acabaron con los terroristas en Irak, Siria, Libia y Afganistán.

Los servicios de inteligencia militar norteamericanos identificaban cuidadosamente los blancos y programaban las armas mientras que los ucranianos se encargaban del resto.

Como escribe con entusiasmo Entous, todo era una gran experiencia en la conducción de la guerra que no sólo ayudaba a los ucranianos frente a la Rusia de Putin sino que al mismo tiempo proporcionaba valiosas lecciones a los estadounidenses para futuros conflictos militares.

Sin embargo, según The New York Times, las cosas se torcieron cuando los ucranianos comenzaron a cansarse de la prepotencia de los norteamericanos y decidieron cada vez más actuar por su cuenta, desoyendo los mejores consejos de sus instructores y ocultándoles cosas.

Todo ello se vio además agravado por las diferencias y rencillas internas entre los políticos del país invadido, incluido el propio presidente Volodímir Zelenski, y sus altos mandos militares.

La guerra habría tomado, pues, otro rumbo y no se habría convertido en el actual desastre si los ucranianos se hubiesen limitado a seguir las instrucciones de los experimentados generales norteamericanos. Ésa parece ser la conclusión del artículo: la culpa es de los ucranianos.

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