Opinión | Tribuna
De la amenaza a la oportunidad
El gobierno socialista, en busca de una respuesta consensual al desafío económico desencadenado por Trump, ha tendido la mano al PP, y este ha recogido el guante

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, el pasado 13 de marzo en el palacio de La Moncloa. / JOSÉ LUIS ROCA
Desde su llegada a la presidencia Donald Trump está consagrando un giro autoritario en Estados Unidos uniéndose así al creciente número de países que se deslizan por la senda iliberal. La expulsión indiscriminada de inmigrantes, la derogación de las políticas de género y de diversidad, el despido masivo de funcionarios, los recortes en educación, los enfrentamientos con el poder judicial y la reciente insinuación de que podría utilizar una argucia ser presidente un tercer mandato pese a la prohibición constitucional, son todas ellas muestras del escaso respeto de la administración Trump por los principios del liberalismo político. Pero es que a su vez, con la política arancelaria de corte proteccionista que está promoviendo también está poniendo en duda los fundamentos económicos del liberalismo. Y si a todo ello se añade su giro aislacionista en política exterior se constata que Estados Unidos ha dejado de ser el líder del mundo libre.
En este contexto, Europa, una vez haya superado el ‘shock’ de sentirse ninguneada por su hasta hace poco aliado en la guerra de Ucrania y de asumir que a partir de ahora su defensa es cosa suya y que poco puede esperar de Estados Unidos y de la OTAN, está en condiciones, si se lo propone, de coger el relevo en la tarea de liderar la defensa del orden liberal. Y debe hacerlo, por un lado, combatiendo cualquier tentación iliberal, empezando por las que se están produciendo en su seno. Y por el otro, promoviendo la libertad de comercio en el mundo, y por qué no impulsando uniones comerciales entre los países perjudicados por Estados Unidos.
Cohesión interna
Eso sí, sin olvidar, como se ha hecho demasiado a menudo, que la defensa del orden liberal no solo ha de ser de naturaleza económica sino que ha de ser indisociable del respeto a los valores democráticos y a los derechos fundamentales. Pero para para todo ello suceda es preciso un elevado grado de cohesión interna, no solo entre los distintos países de la Unión sino también en el interior de los mismos. Y es este sentido que en España deberíamos felicitarnos porque el anuncio de Trump sobre los aranceles ha abierto una oportunidad para el reencuentro y la cooperación entre el PSOE y el PP, dos partidos absolutamente enfrentados en la arena política española pero aliados en Europa. El gobierno socialista, en busca de una respuesta consensual al desafío económico desencadenado por Trump, ha tendido la mano al PP, y este ha recogido el guante, una decisión que además le permite distanciarse del los patriotas de Vox que siguen apoyando a Trump. Y aunque esta actitud contrasta plan de rearme que también de debería consensuar, es un primer paso imprescindible.
El presidente americano y sus políticas suponen una gran amenaza interna y para la comunidad internacional pero también pueden ser el estímulo que quizás hacía falta para que Europa asuma su papel como líder del mundo libre y para revertir las dinámicas polarizadoras que en todos los países ponen en riesgo la democracia.
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