Opinión | Málaga de un vistazo

Borrasca

Desde el mismo ventanal, con aromas a incienso de Dolores de San Juan, hoy sigo escuchando en mi memoria ese pertinaz aguacero

Hoy sigo escuchando en mi memoria ese pertinaz aguacero

Hoy sigo escuchando en mi memoria ese pertinaz aguacero / Andrés Cruz

Tras Konrad, Laurence, Martinho, Nuria y ahora Oliver, todos estos nombres pueden dar forma a un grupo de personajes quienes coinciden en un relato donde la lluvia es la protagonista bajo el título de ‘Borrasca’. Hace un año escribí en esta sección un artículo sobre las contrariedades generadas por las incidencias de las precipitaciones en la Semana Santa 2024. Desde el mismo ventanal, con aromas a incienso de Dolores de San Juan, hoy sigo escuchando en mi memoria ese pertinaz aguacero. A la lluvia, dentro del firmamento de significados y como una de las reveladoras declaraciones del agua, la estimo asociada a dos principios: el primero, por su incesante tenacidad, se convierte en alegoría del roce, del deterioro, de la erosión de lo inevitable, de la pequeñez del humano ante los elementos de la Naturaleza y de su inherente sino. En el segundo, la lluvia goza de una vigencia la cual hace desleír el tiempo y nos suscita enlazar con el pasado para procurar rehacer nuestra existencia fragmentada.

La Málaga cofrade y de todos aquellos a quienes nuestra Semana Mayor supone una expectante cita con la propia ciudad, ilusionada y entusiasmada como quedó manifiesto el pasado domingo de traslados, se conmueve ante la incertidumbre de las predicciones sobre qué tiempo hará en los próximos días. Con tristeza hay que contar que el pronóstico de la Aemet es pesimista para nuestras hermandades: «la lluvia hará acto de presencia durante esta festividad, al menos los primeros días». Desalentador. «… lo extraño es que no sólo llueve afuera/ otra lluvia enigmática y sin agua/ nos toma de sorpresa/y de sorpresa/ llueve en el corazón/ llueve en el alma», me versa Benedetti desde mi ventana.

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