Opinión | La discreción es bella

Málaga

Responsabilidad

La sagrada imagen de Jesús Cautivo.

La sagrada imagen de Jesús Cautivo. / Gregorio Torres

El Viernes Santo de 2019 fui con mi amigo Juan Antonio a la tribuna para ver y comentar, junto a los amigos de SER Málaga, el paso de la cofradía del Monte Calvario a su entrada en el recorrido oficial. Mi amigo Juan Antonio, cofrade rondeño, es invidente, y os puedo asegurar que disfrutar de una jornada de procesiones con él es uno de los mejores regalos que me ha hecho la Semana Santa.

Juan Antonio vive y siente nuestra semana mayor igual que cualquiera de nosotros, solo que, a diferencia de la mayoría, él presta atención a otros aspectos que pueden pasar más desapercibidos. Las retransmisiones de radio, las voces de las unidades móviles y las bandas de música, por ejemplo, juegan un papel protagonista en su experiencia cofrade. Tras un mes enganchado a los programas cuaresmales, Juan Antonio está perfectamente al día de toda la actualidad morada y, por ello, reconoce las voces de muchos de los protagonistas de nuestra fiesta. Por todo esto, adentrarse en la tribuna oficial es una vivencia muy emocionante para mi colega, ya que, a cada paso que damos, le voy relatando quiénes nos rodean; autoridades que pasan a nuestro lado y cofrades ilustres que forman corrillos o hablan por el móvil.

Bajando por las escaleras, nos cruzamos con un hermano mayor del Lunes Santo.

—Mira, Juan Antonio, aquí está el hermano mayor del Cautivo, Ignacio Castillo. Te tiene que sonar.

—¡Hombre, Ignacio! Claro que sí —respondió con una sonrisa y añadió—: No sabes lo que me gustaría poder tocar algún día al Cautivo. Mi tía era muy devota del Señor y, cuando pasaba a nuestro lado en la silla, decía que era lo más grande de la Semana Santa.

Lo que vino después fue uno de los gestos más rápidos y generosos que he presenciado. Ignacio no dudó: recogió el guante y, en ese mismo instante, invitó a mi amigo al día siguiente a la casa hermandad para ser testigo de los preparativos del traslado de vuelta. Un momento que, a la postre, fue maravilloso y que daría para otro artículo.

Ojalá una Semana Santa repleta de acciones sin fotos, de gestos sin repercusión ni contraprestación alguna

Tengo la suerte de haber conocido a hermanos mayores excepcionales y me consta que, en la mayoría de los casos, son personas entregadas que se desviven por y para su cofradía, renunciando y sacrificando mucho en el camino. Sin embargo, en algunos contextos de elecciones o luchas de poder, uno ve, escucha y lee cosas que le hacen replantearse seriamente si nuestras cofradías están lideradas por sus mejores hombres y mujeres (quiero pensar que sí). En cualquier caso, gestos como el de Ignacio me llenan de esperanza y me llevan a pensar que nuestros hermanos y hermanas mayores, los que están en la cima de nuestro mundillo, también son personas despiertas y atentas a estas “señales” de quienes más lo necesitan. Ojalá una Semana Santa repleta de acciones sin fotos, de gestos sin repercusión ni contraprestación alguna. Sí, me reconforta saber que nuestros máximos responsables también se sienten máximos servidores y se saben instrumentos de Dios para acercar a sus titulares a quienes más los necesitan, desde la más absoluta y bella discreción. Aún hay —y seguirá habiendo— hermanos mayores que no entienden su labor como un cargo, sino como un puente entre sus titulares y los fieles que los veneran. Hermano mayores que procuran ser lazos invisibles.

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